Comprometida con hacer despegar a Italia Transporto Aereo (ITA) -la matriz que albergará a la nueva Alitalia-, el nuevo gobierno italiano, a cargo de Mario Draghi, prepara cambios significativos en la futura compañía. El tema central es conseguir una efectiva discontinuidad -y por ende separación- entre la actual empresa e ITA a fin de cumplir con toda la normativa de la Unión Europea, seguido de cambios en el plan industrial que, debido a la extensión de la crisis, incluirían una flota y red más pequeña.
Para la Comisión Europea existen dudas en lo que respecta a los traspasos de activos y empleados de una empresa a otra, considerando las ayudas económicas autorizadas al gobierno italiano anterior para mantener la operatividad de Alitalia. Por lo mismo, exige que la línea aérea realice procesos de licitación abiertos y a precios de mercados en lugar de cederlos directamente a ITA.
La Comisión Europea necesita estar segura de que Italia no viole la normativa en materia de aportes públicos. Por lo tanto, todos los dineros que reciba ITA como empresa estatal no deben ser una continuidad de las ayudas económicas entregadas a la antigua -y aún vigente- Alitalia. A fecha de hoy, la línea aérea italiana tiene aportes por €1.300 millones que están aún bajo investigación. Si se consideran que van en contra de la normativa, la línea aérea los debe devolver, situación que es inviable dada su quiebra técnica, por lo que sería ITA la que debiera hacer los reembolsos complicando seriamente su lanzamiento.
Ante la situación descrita, el nuevo gobierno italiano comienza marzo con intensas reuniones para aclarar el futuro de Alitalia como de ITA. La intención es hacer de ITA una empresa totalmente independiente para que pueda contar con los €3.000 millones para su financiamiento. Entre las acciones consideradas están en una venta del negocio aéreo a la nueva compañía y de las distintas unidades de negocio como mantenimiento, handling y el programa de lealtad MileMiglia a través de licitaciones. En paralelo, ITA contrataría servicios de la antigua Alitalia como el de mantenimiento, por ejemplo, como si se tratase de una empresa totalmente independiente.
La aprobación del plan de negocios todavía no está lista. Si bien hay lineamientos generales de cómo sería la flota, operación y nómina de la nueva empresa, falta la aprobación final. Con la extensión de la crisis por el COVID-19 y las restricciones que los propios Gobiernos siguen colocando, especialmente a la libertad de movimiento, en distintas partes del mundo, se evalúa una reducción de la capacidad de la futura compañía.
De los 52 aviones considerados inicialmente para ITA y los casi 6.000 empleados, ahora se menciona una flota de un máximo 45 aeronaves y no más de allá de 4.500 trabajadores en la nómina. La explicación está en que la demanda de viajes será menor en 2021 a lo inicialmente previsto, además de que podrían existir algunas trabas burocráticas que pueden demorar el despegue de la nueva línea aérea.
Un punto interesante que abre la llegada de Mario Draghi es la posibilidad de abandonar la dependencia del Estado en la línea aérea. Una situación que gobiernos anteriores han intentado en numerosas ocasiones, pero que han sido imposibles de materializar por la ausencia de resultados económicos de las administraciones privadas, aspectos y medidas sindicales que han condicionado decisiones en torno a propuestas de eficiencia, entre otros temas de conflicto.
Algunas fuentes sugieren que la idea del nuevo gobierno podría abrir la puerta nuevamente a Lufthansa para un ingreso en la nueva empresa (al menos con 10% de participación), así como un cambio en la membresía de alianzas globales. Ninguna de estas opciones está confirmada y por ahora, no pasan de ser sólo trascendidos. La intención de Draghi es que en ITA no se cometan los errores del pasado y que la administración estatal sea sólo un paso para lograr una compañía aérea eficiente e independiente -privada- terminando así con el histórico esquema de ayudas económicas permanentes que no se han traducido en mejoras para la situación para la empresa.
El gobierno italiano espera que ITA pueda ver la luz dentro del primer semestre para comenzar a operar con la temporada de verano de Europa. Con el proceso complicado por el cambio de gobierno y las negociaciones que se deben realizar con la Comisión Europea, incluyendo la posibilidad de efectuar licitaciones si así lo establece la normativa, se estima que la nueva Alitalia pueda demorar su despegue hacia el segundo semestre. Para algunos, la situación no sería tan adversa porque la empresa podría surgir con una eventual demanda más fuerte que la que existe actualmente, aunque eso pueda determinar el cierre de la Alitalia actual debido a la “insostenible situación” por la que atraviesa.
Fotografía portada – Alitalia