Joe Biden quiere marcar a toda costa una diferencia con la administración de Donald Trump. Para tal propósito, su llegada al poder está acompañada de una serie de decretos y políticas revisionistas, algunas más favorables y otras ampliamente cuestionadas como el retorno de restricciones de viaje, por ejemplo. En el ámbito de la defensa algo similar se manifiesta con los cambios en la venta de equipamiento en el Medio Oriente, especialmente a favor de Israel.
Todo pareciera indicar que Tel Aviv aprovecha la llegada del nuevo gobierno estadounidense para satisfacer sus intenciones de impedir cualquier venta de aeronaves y equipamiento a sus vecinos árabes. Si bien la situación no escala aún a mayores proporciones si se percibe un retorno a escenarios anteriores pre-Trump.
En las primeras semanas de su gobierno, Biden paraliza la venta de los 50 F-35 Lighting II, 18 sistemas aéreos no tripulados (UAS) MQ-9B “Reaper”, sistemas de armas como los misiles aire-aire AMRAAM y bombas JDAM, entre otros, a los Emiratos Árabes Unidos bajo la excusa de que revisar los acuerdos alcanzados durante la anterior administración. “El objetivo es que el nuevo liderazgo de los Estados Unido, incluido Biden y el secretario de Estado, Anthony Blinken, tengan una oportunidad de revisar los pactos a los que había llegado el anterior gobierno”, dice el portavoz del Departamento de Estado.
Pese a que la venta supone un contrato por US$23.370 millones y puede favorecer a la generación de empleo en los Estados Unidos a través de la división de defensa de distintas empresas aeronáuticas, su detención forzada puede tener impacto directo en el balance de poder que se viene logrando en el Medio Oriente. Antes de la firma del acuerdo de venta por parte la federación de emiratos, Israel manifiesta su oposición porque estos aviones y equipamientos alteran los compromisos que tiene los Estados Unidos hacia ellos de asegurar su superioridad armamentística frente a su región bajo la excusa de sus constantes amenazas.
En efecto, durante las últimas semanas Israel se beneficia de numerosos nuevos contratos como parte del presupuesto autorizado por Tel Aviv por US$9.000 millones para modernizar la Fuerza Aérea Israelí (IAF) con aviones caza, tanqueros y helicópteros pesados. Si bien se trata de una decisión soberana, el presupuesto surge de las partidas de ayuda militar estadounidense.
A la fecha reportes indican que parte de dicho monto está gastado, pero eso no supone paralización alguna para modernizar material aéreo nuevo de fábrica desde los Estados Unidos, cuyo dinero de adquisición quedan “bajo una deuda”. Incluso, la nueva administración de Biden pone “condiciones” a Israel: la compra o compromiso de compra se deben tomar en un plazo no mayor a dos semanas -ya transcurridas- para no perder los slots de fabricación.
Así, Israel espera beneficiarse de la llegada de nuevos F-16, 25 F-35, helicópteros pesados para renovar el CH-53 del tipo Chinook, estos últimos para realizar misiones de especiales de asalto y transporte de soldados de elite. En el caso particular de los F-35, sería el tercer escuadrón aéreo en disponer de este caza de última generación para un total de 75 al servicio de la IAF. Recientemente, firman un acuerdo con Boeing para adquirir dos KC-46 Pegasus, convirtiéndose en el segundo cliente de exportación de este avión cisterna después de Japón. Inicialmente, son dos equipos de un total de cuatro aprobados, aunque las intenciones es equipar a la IAF con al menos ocho unidades.
Que Israel tenga temor no es novedad. Como un Estado que se inserta política y forzadamente en un territorio ya habitado necesita mantener una capacidad de defensa importante y superior al resto con el fin de dar una señal política a quienes lo rodean. Si bien hay nuevos acuerdos de paz con sus vecinos árabes, mantiene su desconfianza ya que no todos aprueban los avances conseguidos, especialmente sectores más radicales de ambos. Bajo la administración Trump, Israel consigue los "acuerdos de Abraham" con los que obtiene la paz con los Emiratos Árabes Unidos, Bahrain y Marruecos, los que se suman los que ya mantenía con Egipto y el Reino de Jordania, firmados décadas atrás. Tácitamente también logra -bajo la mediación de los Estados Unidos- que aviones con registro israelí puedan cruzar el espacio aéreo del Reino de Arabia Saudita para los vuelos hacia y desde Abu Dhabi y Dubái.
Además de la posibilidad de que los Emiratos Árabes Unidos adquiera los F-35, también están las intenciones de Qatar por estos aviones y las recientes adquisiciones de Egipto por Sukhoi Su-35 Flanker y 24 Dassault Rafale con la posibilidad de que ese país también sume 24 Eurofighter, fragatas y otros equipamientos de defensa. A juicio de Tel Aviv, todas estas adquisiciones “crean un desbalance” y comprometen “la superioridad” que buscan -y defienden- en la región.
Por ahora, no hay presiones desde los países árabes hacia los Estados Unidos respecto a los últimos cambios implementados por la administración Biden. Sin embargo, no se descarta que de no concretarse los acuerdos en materia de defensa se comiencen a ejercer otro tipo de presiones de manera directa o indirecta.
Fotografía portada - Fuerza Aérea de Israel