La imposición de drásticas restricciones a los viajes por parte del Gobierno de Canadá está impactando de manera significativa al transporte aéreo y la conectividad del país. Pese a los esfuerzos de la industria por brindar viajes más seguros, decisiones políticas similares a las aplicadas en Europa tienen reducidas al mínimo los vuelos en ese país. Los más afectados son las propias líneas aéreas canadienses las que demandan un enfoque más colaborativo de parte de las autoridades.
Desde el 03 de febrero, Canadá limita los puntos de ingresos a su territorio a sólo cuatro aeropuertos principales: Toronto, Montreal, Calgary y Vancouver. Cualquier otra operación desde otras ciudades está suspendida por un plazo de 90 días lo que afecta a las líneas aéreas como los operadores privados de aviación general y corporativa. Las nuevas restricciones incluyen a los vuelos regulares y no regulares procedentes de los Estados Unidos, México, Centroamérica, el Caribe y Sudamérica.
Adicionalmente, todos los viajeros procedentes desde el extranjero deben reservar un hotel aprobado por el Gobierno que funciona como residencia sanitaria, independiente si presentan prueba negativa PCR para COVID-19, las que son obligatorias previo a la salida del punto de origen con un máximo de 72 horas de anticipación. El alojamiento en el hotel sanitario es obligatorio por un periodo de tres noches y su costo debe ser asumido por el pasajero quien posteriormente debe continuar en cuarentena.
Las autoridades sanitarias de Canadá en conjunto con empresas de seguridad están a cargo de las vigilancias de los viajeros para el cumplimiento de los controles. Los oficiales están autorizados a visitar los lugares de alojamiento y de cuarentenas para establecer el contacto, confirmar la identidad de las personas y si el lugar donde se encuentran es el señalado en el punto de ingreso. Según autoridades canadienses, se realizan visitas en 35 ciudades de todo el país comenzando por Montreal y Toronto, los principales puntos de ingresos.
“Nadie debería viajar ahora mismo. Cada uno de nosotros tiene una parte para mantener la seguridad de nuestras comunidades, y eso significa evitar los viajes no esenciales, que pueden ponerlo a usted, a sus seres queridos y a su comunidad en riesgo”, dice Patty Hajdu, ministra Salud. En su opinión, las medidas anunciadas son una herramienta para aumentar la capacidad de cumplimiento y aplicación para mantener a la población a salvo del COVID-19, bajo el argumento de protección a la comunidad ante las nuevas variantes del SARS-CoV-2.
Sin embargo, para la industria de la aviación que, desde 2020 viene demostrando que los viajes aéreos, tienen un riesgo mínimo de contagios e insiste que la mayor responsabilidad está en los Gobiernos en adoptar un enfoque de testeo masivo, trazabilidad y aislamiento de los contagios, las nuevas medidas colocadas hacen inviable cualquier operación. Por lo mismo, las líneas aéreas continúan reduciendo el número de frecuencias y suspendiendo rutas para minimizar el impacto financiero -afectado por la falta de liquidez que se arrastra desde 2020- y en los clientes.
Las más afectadas son las compañías aéreas canadienses por la mayor cantidad de operaciones que disponen. Sin embargo, también complican a las firmas del resto de Norteamérica al privarlas del tráfico transfronterizo, en el caso de las estadounidenses.
Como consecuencia, Air Canada aplica una suspensión temporal hasta el 30 de abril todos sus vuelos hacia México, el Caribe y Centroamérica. Las operaciones internacionales de esta compañía están al mínimo con vuelos prácticamente específicos de carácter semanal a los Estados Unidos en comparación a las frecuencias diarias, al igual que hacia Europa, Asia y el Medio Oriente. En Sudamérica, sólo concentran en Bogotá y Sao Paulo (GRU) con un máximo de tres frecuencias semanales, pero recientemente la compañía también anuncia su suspensión. Las operaciones más afectadas son las de Air Canada Rouge, división que se encarga de los vuelos hacia destinos vacacionales o con una demanda altamente sensible al precio.
Para Calin Rovinescu, CEO de Air Canada, las restricciones si bien afectan los planes de recuperación a nivel de demanda, economía y operacional, no están produciendo un impacto tan significativo en las finanzas dado que los niveles de tráfico ya vienen reducidos como consecuencias de la pandemia y las restricciones de viaje previamente impuestas. No obstante, pide a las autoridades un enfoque más acorde en las medidas que anuncian. “Air Canada cree en un enfoque de colaboración con el Gobierno de Canadá que involucre a todas las compañías aéreas. Es el mejor medio para responder a la pandemia del COVID-19 dadas las preocupaciones por las variantes (del virus) y los viajes de vacaciones en periodos de primavera”, dice.
Ante la imposibilidad de realizar una operación viable, Air Transat decide paralizar por 90 días todas sus operaciones. La única excepción son los vuelos de repatriación desde Europa los cuales están previstos que comiencen a partir del 13 de febrero para atender solicitudes especiales de regreso a Canadá, sujeto a las nuevas condiciones de ingresos. Dedicada a vuelos chárter y tráfico vacacional, la compañía viene adoptando medidas para asegurar su continuidad, incluyendo desvinculaciones significativas de trabajadores.
WestJet también se ve en la obligación de cancelar sus vuelos hacia destinos de México y el Caribe, las que se agregan a las reducciones previamente informadas durante enero. Con fuertes críticas a la administración de Justin Trudeau, la firma responsabiliza a las autoridades de las decisiones que tiene que tomar de manera obligada como la reducción de trabajadores. A los 1.000 empleados desvinculados en enero se agregan otros cientos tras el cierre de los vuelos hacia México y el Caribe.
Ed Sims, CEO de WestJet, califica la situación como una sumisión total para la industria y los clientes bajo una política gubernamental “incoherente e inconsistente”. Pese a ello, en atención a las nuevas disposiciones de las autoridades y en una aparente actitud más conciliadora, prefiere suspender los vuelos a los destinos afectados a fin de evitar nuevos conflictos. “Si bien sabemos que los viajes aéreos son responsables de menos del 2% de los casos (de COVID-19) desde el inicio de la crisis, y aún menos hoy en día, reconocemos que la solicitud del Gobierno de Canadá es una medida de preocupación. También observamos que la abrumadora mayoría de excepciones de cuarentenas, más del 90% de hecho, están relacionadas con las fronteras terrestres y no con los viajes aéreos”, dice.
En términos comparativos, la situación del transporte aéreo es similar a la del Reino Unido y otros países de Europa que adoptan políticas draconianas para intentar frenar la llamada “segunda ola de contagios” por COVID-19. Lo anterior, pese a que las variantes del virus pueden estar presentes en los distintos territorios por lo que las medidas sanitarias poco se justifican desde una perspectiva preventiva.
De acuerdo con datos de Official Airline Guide, la reducción de la cantidad de asientos en Norteamérica es de un 6,3% semanal durante el último mes. Desde las Fiestas de Fin de Año en 2020, se pierden aproximadamente 10 millones de asientos, cifra que está en parte determinada por las cancelaciones desde Canadá y por las reducciones en las líneas aéreas estadounidenses.
Fotografía portada - Toronto Pearson Airport