Después de ser protagonista de los vuelos de bajo costo y tarifas bajas (LCC, por sus siglas en inglés) de larga distancia durante los últimos cinco años, Norwegian toma la decisión de abandonar dicho segmento para reducir la empresa y concentrarse únicamente en rutas medias dentro de Europa. La decisión pone término a la apuesta de Bjorn Kjos, fundador y ex CEO del holding noruego y está determinada con parte del nuevo plan de supervivencia de la empresa para evitar su liquidación.
La medida implica el cierre de las bases en Barcelona, Londres (LGW), París (CDG), Roma (FCO), en Europa, además de Fort Lauderdale, Los Ángeles y Nueva York (JFK). Como consecuencia, la eliminación de más de 2.100 puestos de trabajo directos. También estipula la quiebra de las filiales de Norwegian vinculadas al negocio de larga distancia NAR Limited en Irlanda, NAR UK en el Reino Unido y NAR US en los Estados Unidos, firmas a través de las cuales se realizaban las contrataciones de pilotos y tripulantes de cabina. La compañía española para este propósito ya se encuentra en proceso de concurso de quiebra y tras conocer la decisión, también desvinculará a una serie de trabajadores entre pilotos y tripulantes.
Norwegian mantenía su confianza en reactivar los vuelos durante este año, pero la extensión de la crisis producto de la pandemia y las restricciones impuestas por los Gobiernos que están demorando la reactivación, obligan a tomar medidas más drásticas para enfrentar la compleja situación financiera del grupo.
La medida también tiene un impacto en flota. A través de sus distintas empresas, el holding busca retirar 31 Boeing 737-800 y 18 B737 MAX 8 (retiro que se agrega a la cancelación del pedido a Boeing y un reclamo al fabricante por indemnización) y otros 37 B787-8/-9. Estas aeronaves se podrán en venta o se devolverán a sus propietarios según corresponda.
“La pandemia de la COVID-19 ha afectado profundamente a toda la industria de la aviación. Las restricciones de viaje y las cambiantes recomendaciones gubernamentales continúan influyendo negativamente en la demanda de viajes de larga distancia, y toda la flota de Boeing 787 Dreamliner de Norwegian ha estado varada en tierra desde marzo de 2020. La demanda futura sigue siendo muy incierta. En estas circunstancias, una operación de largo radio no es viable para Norwegian y, por lo tanto, dichas operaciones no proseguirán”, dice Jacob Schram, CEO de Norwegian.
Hasta marzo de 2020, Norwegian viene construyendo una red de larga distancia del tipo de LCC desde distintas bases europeas hacia los mercados de Norteamérica, Sudeste Asiático y también América Latina. En este último proyecto, sólo logra concretar la ruta Londres (LGW) – Buenos Aires (EZE) y entre los planes figura la utilización de la filial española para volar a otros puntos de Sudamérica como Río de Janeiro (GIG) o Santiago, entre otros, proyectos que ya no se materializarán en el futuro. El impacto reduce las posibilidades de competencia, conectividad y democratización de los cielos, por el carácter el estímulo de la demanda que realiza la línea aérea propio de su modelo de negocios.
Por mercados, la operación internacional de larga distancia de Norwegian considera a Norteamérica donde llega a atender las ciudades de Austin, Bradley, Boston, Chicago (ORD), Denver, Fort Lauderdale, Las Vegas, Los Ángeles, Miami, Nueva York (JFK), Oakland, Orlando, Providence, San Juan de Puerto Rico y Seattle. En el Sudeste Asiático, Bangkok y Singapur, mientras que en América Latina, Buenos Aires (EZE).
La salida de Norwegian de las rutas de larga distancia tiene un impacto positivo para sus competidores, especialmente las líneas aéreas tradicionales (legacy) como Air France, Alitalia, British Airways, Iberia, Virgin Atlantic, entre otras. Sin un actor activo y con una menor cantidad de asientos para una demanda que no va a estar presente en los próximos años, abre una oportunidad para una reactivación más solida. Otras de las compañías aéreas favorecidas es Level que desde Barcelona tiene el camino prácticamente libre para avanzar en la lenta reanudación de sus operaciones.
Si bien la crisis del COVID-19 y las restricciones de los Gobiernos son en primera instancia los factores que determinan la quiebra de muchas filiales, los términos de operaciones y las desvinculaciones masivas, en el fondo son las deudas y la delicada situación financiera de Norwegian, arrastrada por años, las que terminan con las aspiraciones de la línea aérea. Si bien no se descarta un impacto con la mantención e imposición de medidas, este puede haber sido menor o ser más tardío en el tiempo si la empresa se encontrase en una mejor posición financiera que la actual.
Los vuelos de larga distancia de Norwegian se dan en una era marcada por una mayor democratización de los cielos y desarrollo de rutas punto a punto, todas acompañadas de una influencia competitiva a través del precio. Pese a ello, su salida del mercado continúa mostrando la fragilidad que tiene el segmento LCC/ULCC de competir en vuelos de largo recorrido, más todavía cuando no existe el respaldo financiero que lo sostenga.
Norwegian más chica y prácticamente escandinava
Para salir de la crisis, el consejo de administración de Norwegian considera una línea aérea más pequeña y manejable, basado principalmente en Norwegian Air Shuttle, la LCC emblema del holding dedicado a vuelos en Europa, principalmente la península escandinava. La intención es volver a lo básico y priorizar los recursos donde realmente existen oportunidades de un retorno rápido de las inversiones para luego, retomar el crecimiento de manera saludable.
“Nuestra red de vuelos de corto radio siempre ha sido la columna vertebral de Norwegian y formará la base de un resistente modelo de negocio en el futuro”, sentencia Schram,
El nuevo plan de negocios pasa por atender el mercado de Europa y de los países nórdicos con alrededor de 50 aviones de pasillo único en operación en 2021 e incrementar dicho número a 70 equipos en 2022. Además, Norwegian tiene como objetivo el reducir significativamente su deuda hasta a alrededor de €1.934 millones y obtener entre €386,9 millones y €483,6 millones en nuevo capital mediante la combinación de una emisión de derechos a los accionistas actuales, una colocación privada y un instrumento híbrido.
La empresa indica que ha recibido “una muestra de interés concreta” en participar en la inversión privada. Asimismo, Norwegian vuelve a retomar un diálogo con el Gobierno de Noruega para pedir una posible participación estatal basada en el nuevo plan de negocio, esto tras ser negadas nuevas ayudas públicas.
“Me complace presentar hoy un sólido plan de negocio, que proporcionará un renacer a la empresa. Al centrar nuestra operación en una red de corto radio, nuestro objetivo es atraer a inversores nuevos y existentes, servir a nuestros clientes y respaldar la infraestructura y la industria del transporte y el turismo en Noruega y a lo largo y ancho de los países nórdicos y de Europa”, puntualiza CEO de Norwegian.
Fotografía portada - Norwegian