Pese al contexto político-social que afecta a Chile desde octubre 2019 y el impacto de la pandemia del COVID-19 en el transporte aéreo con restricciones gubernamentales que crean un escenario altamente volátil, el Ministerio de Obras Públicas (MOP) logra renovar la concesión del aeropuerto Carlos Ibáñez del Campo de Punta Arenas y efectuar la primera de Balmaceda. En diciembre, la empresa Cointer S.A., filial del Grupo Azvi y el Fondo de Inversiones Blackrock, se adjudica los contratos de concesión por los dos terminales aéreos.
Si bien el proceso logra ser exitoso en la forma, dado que se cumple el objetivo de renovar la licitación, en el fondo deja entrever una complejidad no presentada previamente. En esta oportunidad, sólo se presenta una empresa que se adjudica la administración de los dos terminales aéreos, en comparación con las licitaciones anteriores que se caracterizan por tener varios oferentes. Así, desde el punto de vista del número de empresas participantes, el proceso puede ser calificado como un cierto retroceso.
Independiente de la coyuntura específica actual, uno de los factores que explica la falta de interesados son las dificultades para dar viabilidad al modelo de negocios con dos terminales aéreos, de los cuales prácticamente uno es dependiente del otro. En este caso, el aeródromo de Balmaceda por su bajo y limitado movimiento de pasajeros (carácter terminal orientado principalmente a población local) queda dependiente del aeropuerto de Punta Arenas que posee el mayor tráfico y cuenta con la posibilidad de generar un desarrollo a futuro con el crecimiento del tráfico de pasajeros y otros efectos catalizadores que pueden manifestarse.
El principal desafío para la empresa adjudicada es sin dudas generar un modelo de negocios sostenibles para modernizar los dos aeropuertos. Según lo informado por la prensa, la oferta económica al Estado corresponde a US$162 millones, mismo monto al presupuesto oficial establecido por Concesiones del MOP. Este presupuesto corresponde a 3.865.000 Unidades de Fomento a un valor de CLP27.158,7 al 30 de junio 2018 y un dólar CLP647,95 al 29 de junio de 2018.
Otro frente es asegurar un alto estándar de servicio para los dos aeropuertos tomando como referencia mínima los actuales niveles registrados en Punta Arenas. Por las características de la infraestructura y los servicios disponibles, cualquier inversión adicional en el aeródromo de Balmaceda representa una mejora en su calidad de terminal aéreo. Caso contrario ocurre en el aeropuerto de Punta Arenas, uno de los mejores evaluados de Chile de manera sostenida por los pasajeros en los últimos años, lo que obliga a la nueva administración a explorar mecanismos innovadores adicionales para ampliar la oferta.
Uno de los aspectos más importantes es ofrecer productos y servicios acordes a los tipos de usuarios y los horarios de operación de los vuelos, además de asegurar espacios interiores suficientes para atender simultáneamente al menos tres vuelos de gran capacidad. Previo a la pandemia del COVID-19, es un escenario habitual encontrar al menos dos o hasta tres vuelos al mismo tiempo con capacidad mínima de 186 por avión lo que supone una ocupación plena de las salas de embarque con al menos 500 personas en salas de embarque en horas de mayor demanda.
Pese a haber ampliado su capacidad acorde a las Bases de Licitación (BALI), el aeropuerto Carlos Ibáñez del Campo de Punta Arenas es testigo del crecimiento asimétrico entre tráfico aéreo de pasajeros y la infraestructura aeroportuaria. Independiente de este escenario, la administración que deja la actual concesión a cargo de Agunsa logra mantener un estándar mínimo de calidad en todos los procesos y experiencias del aeropuerto.
Bajo la nueva concesión, la infraestructura de la terminal del aeropuerto de Punta Arenas debe pasar de 6.471 metros cuadrados (m2) a 16.014 m2, lo que representa un aumento de 138% de capacidad necesario para atender un movimiento anual de 2,1 millones de pasajeros por año. De las tres posiciones de contacto (mangas) se aumentan a cinco para un total de 10 posiciones de estacionamientos de aeronaves, mientras que el espacio para la aviación general crece de dos a ocho posiciones. También se aumentan la cantidad de estacionamientos para vehículos de 441 a 578 plazas.
De acuerdo con lo informado, el proyecto de mejoramiento y ampliación se inicia cuando se registren al menos 600 mil pasajeros embarcados en el terminal. Dicha flexibilidad entrega un margen para efectuar las obras una vez se encaminen las cifras de recuperación del tráfico aéreo, pero no exime de la administración de la infraestructura y de los servicios actuales.
En la primera concesión del aeródromo de Balmaceda la ampliación permite a la terminal actual pasar de 2.400 m2 a 12.391 m2. También se duplica el número de estacionamientos para aeronaves pasando de tres a seis a los que se agregan trece nuevas posiciones para aviación general.
Con el término del proceso de licitación de la Red Austral de Aeropuertos, Agunsa cierra su periodo en Punta Arenas gestionado por parte el Consorcio Aeroportuario de Magallanes (CAMSA), firma que se encarga de transformar al aeropuerto Carlos Ibáñez del Campo desde 2005. El nuevo contrato tiene plazo variable y finaliza cuando el nuevo administrador recaude los ingresos que espera recibir.
Fotografía portada – Ricardo J. Delpiano