Ante los temores que impone la llamada “segunda ola de contagios” en América Latina y la posibilidad de nuevas restricciones, la industria aérea resalta los esfuerzos desplegados para continuar siendo el medio de transporte más seguro. Si bien todavía existen personas -e incluso Gobiernos- que insisten en culpar a la aviación por los contagios, diversos estudios científicos como los de las universidades de Harvard, Oxford, así como los elaboradores por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, entre otros, demuestran que viajar en avión es posible, pese a que el riesgo cero es inexistente.
“El transporte aéreo no quiere ser vector del virus (COVID-19) y lo hemos demostrado en todo este tiempo que no lo ha sido”, sentencia Peter Cerdá, vicepresidente para las Américas de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), quien en la medida de lo posible, logra realizar una visita a Chile. Su llegada se cruza con la implementación de nuevas restricciones, impuestas de manera improvisada por la autoridad, y que amenazan con afectar al sector como a los ciudadanos, en un país donde las ayudas a la aviación son inexistentes y la conectividad se comienza a ver perjudicada.
A la evidencia científica que señala que la probabilidad de contagio por COVID-19 en un avión es de menos 1%, IATA dice en los primeros nueve meses de 2020 sólo se reportan 44 casos potenciales entre 1,2 mil millones de pasajeros de todo el mundo, la mayoría ocurre cuando no se habían implementado las medidas sanitarias. Las cifras indican que la probabilidad de contagiarse por COVID-19 es de una cada 27 millones de pasajeros.
Ante el escenario de la “segunda ola de contagios”, Cerdá insta a una mejor coordinación entre los Gobiernos -incluido el chileno- y el sector aéreo para encontrar un punto medio tal como se está haciendo en el resto del mundo. Menciona la implementación de nuevas medidas para viajar como los testeos de PCR masivos que se están aplicando en algunos aeropuertos para continuar brindando capas adicionales de protección, acciones que también demuestran el compromiso de la industria aérea con los países.
“Un aprendizaje que a nivel global que hemos obtenido tanto dentro del sector como afuera es que tenemos que aprender a convivir con el COVID-19 y debemos tener un balance entre el bienestar social de salud con la recuperación económica de nuestros países”, agrega el directivo. Si bien la producción de vacunas abre un horizonte más favorable en comparación a meses anteriores, la situación es preocupante por nuevas restricciones en un periodo complejo por los rebrotes antes de que la vacuna llegue masivamente a la población global lo que tomará alrededor de dos años. “Tenemos que aprender a que vamos a tener brotes, vamos a tener altos y bajos. Lo estamos viendo en los Estados Unidos, en Europa, donde la segunda ola es significativamente activa”.
La aviación y el mundo recordará 2020 como el año más devastador. Las expectativas para industria aérea propiamente tal son al menos pérdidas por cerca de US$118 mil millones. En América Latina y el Caribe, la proyección para las líneas aéreas son de alrededor US$5 mil millones. Las cifras son muy distintas a las ganancias por US$30 mil millones que en parte ayudan a enfrentar la situación, pero aún así, la reducción en capacidad y conectividad es importante. Si bien hay señales de reactivación que se manifiestan en pasar de una caída de 94% al 60% de las operaciones de vuelo en la región, el año sigue siendo complicado.
Pese al panorama adverso, hay lecciones que se pueden sacar. “Reaccionamos bastante rápido, considerando que los países a nivel global cerraron las fronteras e implementaron restricciones. La industria con el liderazgo de OACI, los países y el sector, pudimos desarrollar medidas de bioseguridad que han permitido o van a permitir que el transporte aéreo pueda transportar a los pasajeros de una manera segura y que no sea un vector de transporte del virus”, reafirma Cerdá. “Con los procedimientos de las pruebas PCR nos va a permitir a dar más garantías”.
Comunicar en tiempos difíciles es complejo. En ese sentido, reconoce que siguen desafíos en transmitir el mensaje, especialmente a las autoridades, porque para los pasajeros pareciera haber más confianza dado que la gente quiere viajar. “Posiblemente tengamos que comunicar más, pero ahí está el liderazgo de los Gobiernos. La industria ha hecho lo que se la ha obligado…necesitamos de los Gobiernos que aporten su parte”, sentencia.
Preocupado por las decisiones que toma la autoridad chilena, insiste en el trabajo conjunto como la mejor forma de enfrentar y superar esta crisis, especialmente cuando su duración ya se extiende por un año. Ante el desafío inmediato, el vicepresidente para las Américas de IATA responde directamente al mencionar de las ayudas económicas que la industria necesita para sobrevivir especialmente en periodos de preocupación, falta de claridad y cambios de normativas.
América Latina y el Caribe es la parte del mundo cuyos Gobiernos menos colaboran en ayudas económicas con aportes de menos 1% a nivel global. “Es la región que más número de líneas aéreas han tenido que acogerse al Capítulo 11, hemos tenido media docena que han cerrado sus operaciones, y hemos visto anuncios de líneas aéreas que han salido, todo eso tiene un impacto a la conectividad”, puntualiza Cerdá. Como ejemplo, pone los casos de Emirates y Qantas que dejan de volar a Santiago, por lo que se deja de contar con importantes enlaces a mercados globales. “Por eso, es importante el apoyo de los Gobiernos. No sólo en apoyo financiero, se puede reducir impuestos, en costos aeroportuarios que son altos, hay muchos mecanismos que se pueden aplicar para ayudar”.
Fotografías artículo – Simón Blaise