Líneas aéreas chilenas arriesgarían exceso de capacidad apostando por una Fase 2 transitoria en la Región Metropolitana

Pese al daño económico que significa, las líneas aéreas chilenas parecieran estar dispuestas a mantener su programación de vuelos sin cambios después de que el Gobierno de Chile decidiera de manera inesperada -y contra todo pronóstico-, retroceder a Fase 2 a toda la Región Metropolitana de Santiago. A partir de hoy, quedan prohibido todo tipo de viajes a excepción de aquellos que se realicen por motivos laborales esenciales, asistencia a servicio de salud o funerales de familiares cercanos.

La decisión de la autoridad sanitaria y del propio Gobierno constituye en un nuevo golpe para la industria aérea y para el turismo. Ambos sectores, apuestan por las Fiestas de fin de año para conseguir ingresos y asegurar en algo sus delicados estados financieros después de meses de afecciones por la drástica caída de la demanda y la consecuente falta de liquidez, especialmente cuando no existen ayudas económicas significativas para compensar las restricciones que se imponen desde el Estado. En los nueve meses de pandemia y restricciones, Chile es uno de los países más afectados en términos de tráfico aéreo con una caída de 85% en vuelos domésticos e internacionales, según datos de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), después de ser uno de los países de la región que más ve mejorada su conectividad.

Con el establecimiento de la prohibición de viajar de manera improvisada, se espera un alto flujo de cambios de reservas y también cancelaciones. Dado el escenario altamente volátil, los pasajeros cuentan todavía con la flexibilidad en sus pasajes para gestionar cambios para enfrentar este periodo, pero se abre un periodo de alta incertidumbre que choca con las expectativas para la temporada alta de verano que incluso el propio Gobierno promueve. Para algunos, una muestra más de la falta de conducción e improvisación en la toma de decisiones que pareciera no medir mayores consecuencias.

Tras conocerse la medida el mediodía del lunes, se esperaba eventuales cambios en las programaciones de vuelos, principalmente en reducción de frecuencias. Sin embargo, a fecha de hoy esa acción pareciera no existir lo que se traduce en una apuesta arriesgada al mantener la oferta gradual que LATAM, SKY y JetSMART, principalmente venían disponiendo hasta diciembre.

De lo anterior, se infiere que la capacidad disponible se destinará en parte a atender a los pasajeros salidos de la Región Metropolitana y que debieran volver en algún momento de los próximos días, para lo cual deben utilizar el único permiso especial que disponen para retorno (se otorga una vez). Considerando las declaraciones de las autoridades de Gobierno, incluso del propio Presidente Piñera, que califican la acción como una “medida preventiva transitoria” para tener la posibilidad de tener a Santiago y alrededores en Fase 3 para Navidad y Año Nuevo, no se advertirían mayores cambios a forma inmediata. Si la situación se extiende o se vuelve más incierta se supone eventuales reducciones cuyas consecuencias también repercute en puestos de trabajo.

Por su concentración demográfica, económica y también política, la Región Metropolitana es el principal mercado emisor de Chile. En transporte aéreo, la mayoría de las rutas tienen su origen y destino en Santiago, por lo que cualquier afección como la que se impone nuevamente desde el Gobierno tiene consecuencias para la operación. Las únicas rutas que podrían quedar “excluidas” del impacto son la veintena de vuelos interregionales, a pesar de que algunas tienen una dependencia de Santiago por su origen o por el movimiento de las aeronaves.

Con la prohibición de viajar, el descenso en el tráfico de pasajeros no sólo impacta en las líneas aéreas sino que también genera afecciones para los aeropuertos chilenos y los servicios subconcesionados, como locales comerciales y de comidas, que necesitan de un crecimiento del movimiento de personas para generar caja y poder operar. Debido a las restricciones y/o a la baja demanda, muchos servicios a los pasajeros continúan cerrados reduciendo al mínimo cualquier experiencia.

El impacto del improvisado retroceso a Fase 2 de la Región Metropolitana se interpreta como una falta de reconocimiento a los protocolos sanitarios establecidos por la industria aérea para reducir aún más las muy reducidas probabilidades de contagio por vía aérea. De acuerdo con información científica de distintas entidades universitarias, de salud y de Defensa, la probabilidad de contagiarse por COVID-19 en un avión es de menos de 1,0% que se traduce en un caso por cada 27 millones de pasajeros. El no reconocimiento de los protocolos y acciones y la imposición de restricciones masivas se puede traducir como una incapacidad de la autoridad sanitaria por identificar verdaderas fuentes de contagios en la población chilena y tomar las acciones correspondientes, especialmente en términos de detección y trazabilidad.

Con una “segunda ola de contagios” -impuesta comunicacionalmente o en curso-, los próximos meses en Chile se advierten muy inciertos que dificultan planificaciones a largo plazo. Los viajes por motivos turísticos o familiares son los más afectados, especialmente de aquellos sectores más sensibles al precio.

Fotografía portada - Simón Blaise

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