Ministerio de Salud anuncia posible apertura de fronteras de Chile que incluiría ingreso de turistas

Tras informar el último reporte de contagios por COVID-19, la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, anuncia que el Gobierno de Chile está preparando un protocolo para el ingreso de las personas al país. El anuncio se traduce en una inminente apertura de fronteras del país ya que consideraría la posibilidad de que turistas puedan ingresar.

“Estamos preparando un protocolo que es muy estricto desde el punto de vista sanitario que cumpla con ciertos criterios desde el punto de vista epidemiológico para que las personas puedan venir a nuestro país”, dice Daza al anunciar el eventual término de la medida enfatizando que el protocolo tendrá como centro “la salud de las personas”.

La decisión llega tarde considerando que Chile es uno de los pocos países de la región que mantiene un cierre de fronteras, aún cuando la industria aérea, representada por las líneas aéreas y los aeropuertos, y de los viajes que incluye a la hotelería, gastronomía y otros, tienen desde hace meses protocolos sanitarios implementados para salvaguardar la salud de las personas. A esto, se agrega la evidencia científica de que el viaje en avión no es mecanismo de contagio.

Recientemente, un estudio de la Universidad de Harvard reafirma que la aviación no es un mecanismo de contagio al indicar que la probabilidad de contagiarse por COVID-19 dentro de un avión es de menos de un 1%. El mínimo riesgo existente responde a la acción de los filtros HEPA (High Efficiency Particulate Air) que reciclan el aire en cabina y eliminan el 99,995% de gérmenes incluyendo bacterias y virus con partículas del rango de 0,1 a 0,3 micrones. Dado que el SARS-COV-2 es un virus de “gran tamaño” logra ser filtrado por estos equipos.

Tomando en cuenta que el riesgo cero no existe en ningún área, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) presenta que desde el comienzo de la pandemia en enero 2020 a la fecha sólo reporta 44 casos potenciales entre 1,2 mil millones de pasajeros de todo el mundo. De esos 44 casos, seis corresponden a tripulantes de cabina. Las cifras indican que la probabilidad de contagiarse por COVID-19 es de una cada 27 millones de pasajeros.

Adicionalmente, la exigencia de pruebas PCR negativo para COVID-19 para ingresar a un país se transforma en una herramienta o capa adicional para brindar seguridad a la población de que las personas que provienen del extranjero no están contagiadas. Desde el 19 de octubre, Chile permite el ingreso de ciudadanos chilenos o extranjeros residentes con sus cónyuges e hijos sin tener que realizar una cuarentena obligatoria siempre y cuando muestren una prueba PCR negativo para COVID-19 con 72 horas de anticipación.

Chile mantiene sus fronteras cerradas desde el 18 de marzo de 2020. Actualmente, es junto a Uruguay y Venezuela los únicos países que mantienen esta medida. Recientemente, Argentina mantiene un cierre parcial ya que desde el 30 de octubre permite el ingreso a los ciudadanos y extranjeros residentes de sus países limítrofes permitiendo dar un impulso a la actividad turística. Con anterioridad, países como Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá, Paraguay y el Perú, también tienen sus fronteras abiertas permitiendo el reinicio de la actividad turística y con ello la demanda para impulsar la recuperación de la industria de las líneas aéreas, los aeropuertos y el turismo.

Por ser uno de los últimos países en abrir fronteras, el Gobierno de Chile viene manteniendo una creciente presión de distintos sectores. Además de las líneas aéreas, se agregan los aeropuertos liderados por la concesionaria Nuevo Pudahuel que administra y construye el aeropuerto de Santiago, el sector turístico impulsado por la Federación de Turismo (FEDETUR) y distintos sectores de la población que se han seriamente afectados por estar separados de familiares y seres queridos.

Para las líneas aéreas, el cierre de las fronteras afecta seriamente los factores de ocupación de los vuelos, impide la proyección de escenarios futuros con el incremento gradual de la capacidad (en rutas y frecuencias) y con ello, la limitación de obtener ingresos necesarios para enfrentar la crisis. Cabe recordar que como consecuencia de las restricciones establecidas por los Gobiernos, las compañías enfrentan una falta de liquidez que amenaza su continuidad y la conectividad de los países.

Para los aeropuertos, la ausencia de líneas aéreas y de pasajeros afecta su modelo de negocios basado en la cantidad de pasajeros embarcados. Adicionalmente, la ausencia de pasajeros también tiene impactos negativos en muchos servicios subconcesionados y en todos aquellos que dependen de la aviación como la mensajería, carga aérea, hotelería, la gastronomía, entre otros.

Fotografía portada – Simón Blaise

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