En la revisión número 22 de la medida desde el inicio de la pandemia, el Gobierno de Chile vuelve extender por otros 15 días el cierre de las fronteras del país. Apelando al argumento de la salud, mismo que desde hace siete meses completos se transforma para las autoridades en una herramienta política para afectar las libertades civiles, la medida coloca al país como uno de los más restrictivos de la región y en uno de los pocos que siguen con la medida.
Según se publica en el Diario Oficial (28/10/2020), la medida firmada por el Presidente de la República Sebastián Piñera, el ministro del Interior y Seguridad Pública, Víctor Pérez, ministro de Relaciones Exteriores, Andrés Allamand, ministro de Defensa Nacional, Mario Desbordes y ministro de Salud, Enrique Paris, la decisión de prorrogar el cierre de fronteras se justifica “como medidas tendientes a mitigar los efectos de la propagación de esta enfermedad” (COVID-19), dentro del periodo de excepción constitucional que por tercera vez consecutiva -único en democracia- está prorrogado por 90 días a través de los Decretos Supremos Nº 269 y 400.
Para el Gobierno de Chile, el cierre de fronteras se justifica para limitar la propagación de los contagios del COVID-19 definido como pandemia en marzo por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuando en dicho mes, todavía no existe conocimiento completo del virus ni se tienen los protocolos establecidos. Hoy, la realidad es distinta cuando existe evidencia científica de que los viajes en avión no son mecanismo de contagio, existen las medidas estandarizadas para que la muy reducida probabilidad de contagio lo sea aún más o al menos se mantenga y cuando la propia autoridad coloca protocolos adicionales que crean una capa adicional de protección. Incluso la propia OMS dice en julio que es imposible mantener las fronteras cerradas.
Un estudio de la Universidad de Harvard afirma que la aviación no es un mecanismo de contagio al indicar que la probabilidad de contagiarse por COVID-19 dentro de un avión es de menos de un 1%. El mínimo riesgo existente responde a la acción de los filtros HEPA (High Efficiency Particulate Air) que reciclan el aire en cabina y eliminan el 99,995% de gérmenes incluyendo bacterias y virus con partículas del rango de 0,1 a 0,3 micrones. Dado que el SARS-COV-2 es un virus de “gran tamaño” logra ser filtrado por estos equipos.
Tomando en cuenta que el riesgo cero no existe en ningún área, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) presenta que desde el comienzo de la pandemia en enero 2020 a la fecha sólo reporta 44 casos potenciales entre 1,2 mil millones de pasajeros de todo el mundo. De esos 44 casos, seis corresponden a tripulantes de cabina. Las cifras indican que la probabilidad de contagiarse por COVID-19 es de una cada 27 millones de pasajeros.
La prórroga del cierre de fronteras no se entiende y no tiene lógica, además de ser inconsecuente a la luz de los últimos acontecimientos del país. Para dar paso al plebiscito nacional y facilitar el ejercicio del voto, es el propio Gobierno, sin presión alguna, levanta las medidas restrictivas de viaje durante el fin de semana del 25 de octubre, incluyendo una reducción del toque de queda sólo por ese día, obviando indirectamente los aforos permitidos, pese a que el país se encuentra bajo pandemia. Incluso en días anteriores alienta de manera directa o indirecta la legítima manifestación pública en dos oportunidades, ya sea con comentarios como con acciones.
“Esperamos que en esta fecha las personas que se quieran manifestar lo hagan pacíficamente. Hacemos un llamado a todas las personas, a toda la ciudadanía a todas las fuerzas políticas, a que concordemos de que las manifestaciones sean pacíficas, condenemos la violencia, aislemos a los violentistas y podamos tranquilamente superar nuestras diferencias”, sostiene el ministro Pérez el mediodía del 16 de octubre, según publica La Tercera, de cara al aniversario del estallido político-social del 18 de octubre.
“Por tanto, nosotros hacemos un llamado, que si hay manifestaciones, que sean seguras, es decir, sin violencia y en segundo lugar, manteniendo los resguardos sanitarios. Porque tenemos que recordar algo: si hoy nos cuidamos, el 25 votamos”, dice el vocero de Gobierno, Jaime Bellolio, de acuerdo con la misma publicación. Por su parte, el ministro de Salud expone: “creo que la gente puede manifestarse pero guardando el distanciamiento físico, usando la mascarilla, y por favor sin hechos de violencia. Hagámoslo en calma, con civilidad, en democracia, sin destruir, sin violencia”.
Tras el término del plebiscito y las naturales manifestaciones masivas posteriores, el titular de Salud, agrega: “No tenemos un gran rebrote de casos” (Cooperativa 25/10/2020). Sus afirmaciones las realiza con base a los últimos resultados epidemiológicos que muestran una positividad de PCR de 3% y una cantidad de pacientes activos por COVID-19 de menos de diez mil a nivel nacional.
Con la nueva extensión del cierre de fronteras, Chile pasa formar parte del muy reducido número de países que restringe la libertad de ingreso junto con Uruguay y Venezuela. Incluso, Argentina, mencionado como uno de los países más cerrados de la región adopta la decisión de abrir parcialmente sus fronteras a partir del 30 de octubre como mecanismo de impulsar ciertos sectores de la economía y facilitar el reencuentro de personas.
Uruguay de manera voluntaria y consciente del impacto que representa para su economía que tiene al turismo y a la aviación como una fuente importante de ingresos, establece que mantendrá el cierre de fronteras por toda la temporada de verano ante el aumento de casos de COVID-19. La medida representa un retroceso significativo respecto a los avances que el propio país consigue en los meses anteriores, incluso con acciones pioneras como establecer la primera “burbuja de viajes” en la región.
Venezuela mantiene cierre de fronteras hasta el 12 de noviembre, incluyendo la suspensión de vuelos en su territorio. Sólo se efectúan aquellos por razones humanitarias como son los vuelos de repatriación, mismos que han permitido el regreso de varios de sus ciudadanos. No se descarta que la medida pueda ser revisada y extendida. Sin embargo, por las implicancias políticas establecidas por el régimen las afecciones en la región no son significativas, independiente del drama humano que ocasiona.
El cierre de fronteras en Chile continúa entregando una alta incertidumbre para iniciar la reactivación del país, especialmente de la aviación y del turismo, sectores con una alta capacidad catalizadora de generación de empleo. Cabe recordar que por cada un empleo que se crea en el transporte aéreo se generan otros tres o cuatro en otros sectores creando un efecto dinámico en la economía. Con fronteras cerradas, los vuelos sólo pueden transportar pasajeros chilenos o extranjeros residentes, lo que incluye cónyuges, según las últimas modificaciones realizadas por el Estado de Chile.
La continuación del cierre de fronteras pone a Chile en franco retroceso en una actitud desconcertante después de ser líder mundial en apertura y liberalización. Una realidad que en la propia industria aérea cuesta entender, más aún cuando existen protocolos que al menos en el discurso las autoridades validan.
El escenario es desafiante. Para los pocos operadores que atienden los vuelos internacionales, las restricciones obligan a volar con aviones a la mitad de capacidad. De las 23 líneas aéreas que operan en Chile, sólo siete compañías aéreas internacionales han regresado (Aerolíneas Argentinas, Amaszonas, American Airlines, Air France, KLM, Copa Airlines e Iberia). Si se consideran a las líneas aéreas nacionales, en total sólo hay 11 operadores, todos funcionando con muy bajas frecuencias, aportando una conectividad a niveles más atrás de la década de 1980. Para noviembre, sólo United confirma un regreso y a fecha de hoy, no hay nuevos anuncios de otras líneas aéreas que siguen en espera.
Cualquier autoridad de gobierno se equivoca si ven en el retorno de algunas compañías aéreas un sinónimo de reactivación. Dado que la demanda está limitada es imposible incrementar los ingresos condicionando la continuidad de las operaciones que se realizan a pérdida. Algunas líneas aéreas asumen operar bajo esa modalidad con la necesidad de generar “algo de caja” ante la falta de liquidez que existe por la ausencia de demanda, devoluciones masivas y mantención de costos fijos.
Fotografía de portada - Simón Blaise