Pese a los llamados de la industria aérea, las peticiones de miles de personas que buscan reencontrarse con sus seres queridos e incluso las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Gobierno de Chile extiende por otros 15 días el cierre de las fronteras del país. La medida informada en el Diario Oficial del sábado 10 de octubre es la número 21 desde el inicio de la pandemia y pone a Chile como uno de los pocos países de la región que sigue condicionando la reactivación del transporte aéreo. No obstante, es la primera vez que considera cierta flexibilidad.
Según firma el Presidente Sebastián Piñera, el ministro del Interior, Víctor Pérez, el ministro de Relaciones Exteriores, Andrés Allamand, el ministro de Defensa, Mario Desbordes, y el ministro de Salud, Enrique Paris, la medida se inserta dentro del estado de excepción constitucional de catástrofe, por calamidad pública, para todo el territorio nacional. Dicho estado de excepción se encuentra extendido por tercera vez, siendo único desde el retorno a la democracia.
Junto con los chilenos y extranjeros residentes en Chile, el cierre de fronteras no afecta la entrada y salida de nacionales argentinos y extranjeros residentes en ese país por razones de reciprocidad. Tampoco a los padres o hijos extranjeros de un chileno o extranjero residente de manera regular en el territorio nacional, nacidos en el extranjero, que ingresen en calidad de turistas; extranjeros residentes en situación migratoria regular, sea que su solicitud de residencia o permanencia definitiva se encuentre ingresada a trámite en Chile, o que tengan un permiso de residencia o permanencia definitiva; de extranjeros que tengan un vínculo matrimonial o un Acuerdo de Unión Civil con un chileno o extranjero residente de manera regular en territorio nacional, celebrado en Chile o en el extranjero, que ingresen en calidad de turistas.
Además, se incluyen a extranjeros que por motivos impostergables deban hacer ingreso al país con fines de gestión de negocios, que sea de “conveniencia” o “utilidad” que reporte al país. Para dichos efectos, deberán portar un salvoconducto en virtud de lo dispuesto en el artículo 66º del Reglamento Consular.
De acuerdo con la actual administración el cierre de fronteras se justifica para evitar la propagación del virus COVID-19. Sin embargo, no rige para ciudadanos chilenos o extranjeros residentes en el país, quienes pueden salir y entrar del país, con la obligación de realizar una cuarentena obligatoria o bien solicitar una excepción por desempeñar una actividad incompatible con el confinamiento.
En julio, OMS indica que es “imposible” mantener las fronteras cerradas. “Las economías deben reabrir, la gente tiene que trabajar, el comercio debe reanudarse”, advierte su director para Situaciones de Emergencias, Michael Ryan. Agrega que las restricciones de viaje no son efectivas para limitar la propagación del virus dado que este “está en todas partes” (Deutsche Welle (27/07/2020). Además, menciona que los países están tomando acciones sin una estrategia concertada.
Chile figura junto con Argentina y Venezuela entre los países de América Latina y el Caribe que siguen con sus fronteras cerradas. Otros ya tienen abiertas las fronteras o la tienen anunciada permitiendo la reactivación de la industria aérea, la conectividad y la actividad económica, por la acción catalizadora que tiene la aviación. Algunos países, como Ecuador, toman el liderazgo al exigir también pruebas PCR a los viajeros internacionales como capa de protección adicional de su población. Dicha medida es recomendada por la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) y el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI).
Pese a la flexibilidad, en la industria aérea sigue el desconcierto de las acciones políticas de la administración de Sebastián Piñera por estar condicionando la reactivación del sector. Después de que Chile fuera líder mundial en apertura aerocomercial y líder regional por sus políticas pro-aviación, hoy restringe la actividad desconociendo su potencial catalizador, restringiendo la demanda y afectando puestos de trabajo. Cabe recordar que cada un empleo que se crea en la industria aérea otros tres o cuatro se generan en otros sectores.
Según menciona Diario Financiero (01/10/2020), con base en la página de Ley de Transparencia, a principios de septiembre, LATAM Airlines se reúne con el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones para conversar sobre la “conectividad del país”, las “condiciones de apertura de vuelos domésticos e internacionales” y los “decretos vigentes”.
En el boletín mensual de octubre de la concesionaria Nuevo Pudahuel que administra y construye el aeropuerto de Santiago, también hay cuestionamientos a las decisiones políticas del actual gobierno. “La pandemia ha afectado al aeropuerto Arturo Merino Benítez de manera histórica. Tanto en el área doméstica como en la internacional, hemos tenido disminuciones históricas de pasajeros. Los números lo confirman y no veremos una recuperación hasta que las medias impuestas por los gobiernos se flexibilicen”, dice Sofía Herrera, subgerente de Desarrollo de Tráfico Aéreo.
En conversación con Aero-Naves (15/09/2020), Branko Karlezi, subgerente de la concesión del aeropuerto de Santiago, dice que el cierre de las fronteras impone “el fin del proceso de la democratización del transporte aéreo”. Además del impacto en la conectividad dice que el daño que genera el cierre de fronteras y las cuarentenas obligatorias es hacia las personas.
Con el tráfico aéreo del aeropuerto limitado de cualquier recuperación, las afecciones golpearán las finanzas del propio Estado dado que la concesión del terminal aéreo capitalino aporta el 77,56% a las arcas fiscales. En los últimos cinco años, estos aporten superan los US$1.000 millones necesarios para atender las demandas de la población, especialmente ante una crisis económica.
Si el aeropuerto de Santiago es afectado, también lo estarán los aeropuertos y aeródromos de regiones complicando los modelos de negocios que el propio Estado genera. Se prevé un daño a las economías regionales, especialmente a las pequeñas y medianas empresas.
El cierre de fronteras continúa generando incertidumbre limitando la reactivación. De 23 líneas aéreas que operan en Chile antes de la pandemia, sólo seis compañías internacionales han regresado con un número muy reducido de frecuencias (Amaszonas, American Airlines, Air France, KLM, Copa Airlines e Iberia). Si se consideran a los operadores domésticos, en total hay sólo diez compañías aéreas de pasajeros operando. Otras continúan postergando su regreso ante la falta decisión de la autoridad de revertir la medida. Air France ya anuncia una reducción de vuelos, Delta prorroga para noviembre su regreso (sin confirmar) a Chile, mes en el cual también regresa United, según la última información de la compañía. Del resto de las líneas aéreas no hay anuncios oficiales dado que están a la espera.
El gobierno se equivoca si ve en el retorno de algunas compañías aéreas un sinónimo de reactivación. Dado que la demanda está limitada es imposible incrementar los ingresos condicionando la continuidad de las operaciones que se realizan a pérdida. Algunas líneas aéreas asumen operar bajo esa modalidad con la necesidad de generar “algo de caja” ante la falta de liquidez que existe por la ausencia de demanda, devoluciones masivas y mantención de costos fijos.
Recientemente, Peter Cerdá, vicepresidente de IATA para las Américas, reitera los llamados al Gobierno de Chile para abrir fronteras y terminar con las cuarentenas obligatorias al ingreso al país. “Hemos hecho un llamado a las autoridades chilenas para que consideren la reapertura de los vuelos internacionales para que los extranjeros puedan ingresar al país”. También sugiere la implementación de pruebas PCR para el ingreso si las autoridades chilenas quieren ofrecer una capa adicional de protección.
Con evidencia científica de que la aviación no es un mecanismo de contagio y la mayoría de los países de la región abriendo sus fronteras, más la necesidad de conectividad de miles de personas, el Gobierno de Chile cada día más presión desde distintos sectores. Ejemplos de Brasil, Colombia, Ecuador, Perú, entre otros, muestran que al abrir las fronteras y eliminar las cuarentenas, las líneas aéreas regresan gradualmente y comienzan a recuperar los niveles de capacidad.
Fotografía portada – Simón Blaise