Complementando los llamados del resto de los actores de la industria aérea, Guillaume Faury, CEO de Airbus, hace noticia en los últimos días al explicar la coyuntura que enfrenta el transporte aéreo durante la denominada “segunda ola de contagios”. Desde su visión, la aviación mantiene los riesgos de inicios de la pandemia por la lenta reactivación y la mantención del cierre de las fronteras u otras restricciones que los Gobiernos colocan. A esto, se agrega un elemento adicional que es la influencia de las opiniones públicas.
El auge de voces que adquieren por distintos medios su rol de “influyentes” y la alta sensibilidad que muestran los Gobiernos ante las dificultades para encontrar o asegurar una adecuada representatividad en su población, son aspectos que se infieren del comentario del jefe del fabricante europeo. Esta situación se está convirtiendo en un problema adicional para la industria ya que abre paso a exigencias adicionales, totalmente injustificadas, que sólo representan barreras en un momento clave para impulsar la necesaria recuperación.
“El inestimable papel que desempeña la aviación en la sociedad está siendo cuestionado y puesto en riesgo con cierre de fronteras y voces influyentes que desde Europa piden poner freno a los viajes en avión”, dice Faury. En su opinión, con más de siete meses de pandemia en el mundo, los cierres de fronteras mantienen cancelados muchos vuelos y están dejando a familias enteras dispersas, incapaces de reunirse cara a cara.
“El avión se ha convertido en algo fundamental para el modo de vida de muchos individuos”, agrega. En efecto, sus palabras son más que ciertas con la aparición de nuevos modelos de negocios por parte de las líneas aéreas en las últimas dos décadas que han masificado como nunca visto a la aviación. En muchos países, volar es algo cotidiano para altos ejecutivos, obreros, estudiantes, familias, amigos y todo tipo de viajes, incluso para los denominados influyentes que muchas veces piden a través de redes sociales la detención sin fundamento del transporte aéreo. Dicha realidad se da en países desarrollados como Europa, pero también en otras regiones del mundo como América Latina.
“La aviación comercial genera más de 80 millones de empleos en todo el mundo entre el sector del turismo, la cadena de suministro de la industria, las aerolíneas, los aeropuertos y muchas otras áreas donde alcanza su influencia. El cierre de fronteras y la cancelación de vuelos han dejado a familias enteras dispersas, incapaces de reunirse cara a cara, demostrando que el avión se ha convertido en algo fundamental para el modo de vida de muchos individuos”, expone.
Para Airbus, la aviación tiene un rol estratégico en el mundo moderno en términos de relaciones humanas, el funcionamiento de las empresas, las relaciones internacionales de los países, la paz y estabilidad geopolítica mundial. Como ejemplo de lo que menciona la fábrica, se pueden señalar el rol del transporte aéreo en atender los fenómenos migratorios y los viajes V.F.R. (Visit Friends & Relatives), el comercio mundial desde los grandes negocios hasta los niveles minoristas que dependen de productos para vender que llegan desde el otro extremo del planeta, y las medidas de confianza mutua entre los países. La posibilidad de efectuar vuelos comerciales entre Dubái y Tel Aviv como parte del acuerdo entre los Emiratos Árabes Unidos e Israel es el más claro ejemplo de esto último.
“Es el motor del multilateralismo, la diplomacia y los valores humanos que muchos daban por sentados desde la segunda mitad del siglo XX. Es evidente que un mundo más conectado es un mundo más próspero y que esta prosperidad proporciona la base para una innovación a gran escala y una transformación duradera”, sentencia Faury.
Para este año, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) proyecta una caída del 66% de la demanda de viajes aéreos en comparación con 2019. Por la drástica caída de los viajes, las restricciones unilaterales impuestas por los Gobiernos, las consecuencias financieras para las líneas aéreas, los aeropuertos, los proveedores, entre otros actores, además de la incertidumbre que continúa, es el peor año de la industria aérea en su historia. Al ingresar al último periodo del año, todavía no hay señales claras de recuperación.
“Cuanto más largo sea el paréntesis que se ha abierto en el comercio y en la circulación internacional, más graves serán las consecuencias. Una situación económica adversa prolongada dejará a los Gobiernos y a las empresas en una posición más débil de cara a abordar las dificultades más acuciantes”, puntualiza el directivo de Airbus.
Hoy la aviación enfrenta una crisis sin precedentes. A diferencia de periodos adversos anteriores, por primera vez tiene amenazada su liquidez. Las reservas en las líneas aéreas desaparecen porque la gente tiene miedo a volar o no tiene la seguridad de viajar por la falta de claridad en los requisitos, las devoluciones o reembolsos se han multiplicado a tal punto que los vouchers se convierten en las garantías para los viajeros y sin dinero en caja, es difícil mantener la nómina de empleados, pagar obligaciones a proveedores y contribuciones a los Estados, costos que se mantienen. Todo genera una cadena que limita cualquier innovación.
Hasta antes de la pandemia la aviación tiene una importante hoja de ruta: combatir el cambio climático que se realiza con inversión en tecnología (aviones, equipamiento) y nuevas fuentes de combustible. En ambos se necesitan recursos que hoy están ausentes. Por lo mismo, Faury plantea que si los Gobiernos buscan que el sector aéreo sea más sustentable debe asegurar mecanismos para su reactivación.
“Estos cambios, a su vez, dependen del urgente despliegue de enormes volúmenes de capital, pero estamos viendo cómo esta crisis está limitando la inversión de las empresas, creando un mundo menos conectado por el cierre de las fronteras y más susceptible de ver renacer el proteccionismo, el nacionalismo y la inestabilidad geopolítica”, sentencia. “Esto es lo que está en juego en esta pandemia”, al explicar por qué la reanudación segura y rápida de los viajes puede ser un efecto catalizador de la economía como de los compromisos medioambientales.
Recientemente, Airbus presenta nuevos conceptos de aviones del futuro con el uso de hidrógeno como principal fuente de combustible. Para su desarrollo, demanda una cooperación multisectorial con un aporte efectivo de los Gobiernos en todo lo que respecta a investigación y apoyo al uso de nuevas tecnologías, incluyendo la facilitación a menor costo del acceso del sector a los combustibles sostenibles.
Las ayudas económicas entregadas por muchos Estados están obligando a las líneas aéreas a acelerar sus planes de inversión en sostenibilidad. Sin embargo, la imposición de restricciones y la permeabilidad que tienen frente a opiniones de grupos políticos específicos generan las barreras para el cumplimiento de los compromisos sostenibles que los propios Gobiernos colocan. Muchas opiniones son desinformadas y basan sus argumentos en comparaciones que no proceden.
“La aviación tiene una huella física reducida en el ecosistema: los paisajes, la flora, la fauna y los cursos fluviales naturales quedan intactos cuando las aeronaves los sobrevuelan. ¿Y qué ocurre con otros sectores del transporte? Por ejemplo, las expectativas de lo que el ferrocarril puede lograr por sí mismo han tocado techo en la realidad actual. La red de alta velocidad de Europa sigue estando fragmentada”, menciona el CEO de Airbus. “La aviación ofrece a los pasajeros una amplitud de conexiones sin comparación –8.600 rutas directas entre ciudades solo en Europa– y un mayor alcance: la distancia media de cada vuelo en Europa es de más de 1.700 km, más de cinco veces la longitud de la mayoría de los viajes por ferrocarril”.
En términos generales, la aviación es responsable del 2%-3% de las emisiones contaminantes y es uno de los pocos sectores con compromisos autoimpuestos para reducir la huella contaminante. Hacia el 2050, la industria plantea emisiones cero respecto a niveles de 2005. La pandemia del COVID-19 más que cambiar el transporte aéreo está acelerando procesos en curso desde hace varios años. Por lo mismo, en la visión de Airbus la década de 2020 puede ser la promesa del gran salto hacia una aviación sin emisiones de CO2.
Fotografía portada - Airbus