Como parte de la necesidad de renovar flota por equipos más eficientes y menos contaminantes, Delta Air Lines explora la opción de adquirir varios B737 MAX aprovechando la ventana de oportunidades que dejan los pedidos cancelados por parte de algunas líneas aéreas y empresas de leasing. Se trata de una movida estratégica para adquirir material de nueva generación a un menor precio, apostando a una recuperación gradual de la capacidad en los próximos años.
Desde el comienzo de la pandemia y de cara a la recertificación del B737 MAX, trascienden conversaciones entre Delta y Boeing para adquirir -sin especificar fórmula- de varios equipos de este modelo sin entregar mayores detalles. Inicialmente, se mencionan alrededor de 100 aviones para cambiarlos por los 91 B717 que tiene en servicio y que están alquilados a Boeing Capital.
Delta está colocando término a la vida útil del heredero de la familia McDonnell Douglas como parte de la decisión de simplificar la compañía. También debe compensar en el futuro los retiros de los MD88 y MD90, además de los Airbus A320 más antiguos. Como todas las compañías aéreas, saben que el escenario actual es muy reducido a cualquier planificación y que existe una sobreoferta, pero que se puede revertir a corto plazo, incluso acelerar si se descubre una vacuna.
El interés de Delta encaja perfecto para los intereses de Boeing que tiene más de 400 aviones B737 MAX estacionados, algunos sin comprador tras las últimas cancelaciones. Reuters confirma (01/10/2020) que el fabricante estadounidense “se esfuerza” por encontrar compradores para los aviones que no serán adquiridos. En abril, reporta alrededor 150 B737 MAX cancelados que atribuye a la decisión de ajustes que los operadores aéreos están realizando como consecuencia de la pandemia.
Como en toda negociación, ni la línea aérea ni el fabricante suelen confirmar sus conversaciones las que habitualmente se realizan bajo reserva. Lo anterior, se entiende además, por el contexto involucrado al B737 MAX cuya vuelta al servicio comercial depende del éxito del programa de recertificación, tanto por la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) como por otras autoridades aeronáuticas de los países que participan del proceso.
Desde el punto de la línea aérea es compleja porque implica asumir un desafío más en lo que respecta a confianza. Hoy, el trabajo está en que los pasajeros se vuelvan a subir al avión mientras la pandemia continúa, labor que aumenta a corto plazo (dado que los aviones están construidos) si lo tienen que hacer en un equipo cuya imagen de seguridad se ha visto seriamente comprometida ante la opinión pública.
Las fallas en el proceso inicial de certificación del B737 MAX hacen que la revisión actualmente en curso por si sola no brinde garantías suficientes para el pasajero común. Harán falta varios vuelos sin interrupciones ni problemas para que la gente sienta que volar en ese modelo de avión es seguro como si fuera cualquier otro. Pasó en épocas anteriores con aviones cuya seguridad se vio comprometida, pero después son éxito de ventas comerciales y motor de conectividad en todo el mundo. El caso del DC-10 es un ejemplo de ello.
Delta es la única de las tres grandes líneas aéreas de los Estados Unidos que no posee planes de adquirir aviones de Boeing en el corto plazo. Sus relaciones están muy estrechas con Airbus que provee la renovación de equipos en rutas medias (A220 y la familia A320) como de larga distancia (A330/A330neo y A350). Por consiguiente, cualquier relación con Boeing puede marcar un punto de inflexión en la estrategia de flota futura y un intento del fabricante por “re-encantar” a uno de sus clientes históricos.
De adquirir B737 MAX, independiente del modelo escogido, puede ser una oportunidad para estandarizar la flota B737 Next Generation que posee (B737-800/-900ER) o bien comenzar su renovación considerando que la empresa busca tener un tamaño más pequeño y avanzar en sus compromisos sostenibles. Delta posee 77 B737-800 y 130 B737-900ER.
Actualmente, la línea aérea con sede en Atlanta se encuentra negociando retrasar las entregas para mantener lo más óptimo posible los niveles de oferta y demanda, además de evitar cualquier gasto adicional. Como se menciona anteriormente, enfrenta la disyuntiva de adquirir o no material aéreo considerando una reactivación de la industria previo a 2024. Recientemente, esta semana recibe dos nuevos A350-900 de parte de Airbus, equipos que probablemente no necesite en forma inmediata.
Fotografía portada – Boeing