Como reflejo directo de una recuperación más lenta de la demanda ante la mantención de las restricciones de viaje en muchos países del mundo con una temporada de verano del hemisferio Norte “significativamente más débil” de lo inicialmente previsto, la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) considera que este año el tráfico aéreo de pasajeros mundial se contraiga un 66% en comparación con 2019. Se trata de una profundización de la crisis dado que en la proyección anterior se estima una caída de 63% en comparación con el año anterior.
Desde el punto de vista de IATA, agosto marca un punto de inflexión en la recuperación que se manifiesta desde abril y mayo, los meses más afectados por la pandemia, por marcar la mitad del verano del hemisferio Norte y cuando las líneas aéreas comienzan a manifestar recortes en sus proyecciones de la oferta para octubre en adelante. Lo anterior, como consecuencia de la mantención e imposición de nuevas medidas de confinamiento ante los rebrotes, principalmente en Europa. Cabe señalar que a diferencia de otras temporadas, las líneas aéreas ven reducidas las posibilidades de ajustar capacidad con la temporada alta en el hemisferio sur debido a la extensión de la crisis.
En agosto, la demanda mantiene un entorno deprimido con una caída de 75,3% por pasajero-kilómetro (RPK, por sus siglas en inglés) en comparación con el mismo mes 2019. La capacidad, medida en asientos disponibles por kilómetro (ASK) se contrae en un 63,8% existiendo un exceso importante de oferta dado que el factor de ocupación promedio a nivel mundial cae 27,2 puntos llegando a 58,5%.
“La recuperación de la demanda internacional es prácticamente inexistente y los mercados internos de Australia y Japón experimentaron una regresión ante los nuevos brotes y las restricciones de viaje”, dice Alexandre De Juniac, director general y CEO de IATA.
Son dos factores que marcan la situación actual: el retorno de las restricciones por parte de los Gobiernos en varios mercados que generan importantes flujos de demanda y la proyección altamente volátil para el cuarto trimestre del presente año determinada por una alta desconfianza de los consumidores. La industria aérea espera que la disminución del crecimiento interanual de los RPK se estabilizará en torno una caída del 55% hacia diciembre, pero la tendencia de recuperación indica que la crisis seguirá siendo adversa en los próximos meses. Se espera que en diciembre la caída sea del 68%, cifra porcentual altamente superior.
En agosto, las regiones que reportan las caídas más significativas son Medio Oriente, África y América Latina con 91,3%, 87,4% y 82,8%, respectivamente, en lo que respecta a RPK. Más atrás, le siguen Norteamérica con un descenso de 77,8%, Europa con 73,0% y Asia-Pacífico con 69,2%. Por ASK, los descensos más significativos están en el Medio Oriente con una caída de 80,8%, seguido de América Latina con 77,5% y África con 75,5%. Posteriormente, se ubican Europa, Asia-Pacífico y Norteamérica con caídas de 62,1%, 60,3% y 59,4%, respectivamente. Las regiones con los factores de ocupación más débiles están en África con un promedio de 39,0% y Medio Oriente con 37,2%.
En agosto, la demanda de viajes en rutas internacionales cae un 88,3% en comparación con igual mes del año anterior. Si bien es una mejora respecto al 91,8% de julio, los vuelos continúan comprometidos por los cierres de las fronteras. El ASK en este segmento baja un 79,5% mientras el factor de ocupación se ubica en 48,7% con una baja de 37 puntos porcentuales. Por su parte, los mercados domésticos promedian una caída del RPK en 50,9%, mientras el ASK doméstico manifiesta una caída de 34,5% y la ocupación promedio se sitúa en 64,2% con un descenso de 21,5 puntos.
La proyección de recuperación de los niveles exhibidos previos a la crisis (marzo 2020) consideran un escenario a cuatro años tomando como referencia una recuperación gradual de la demanda sobre la base de las actuales condiciones. Cualquier demora en la reactivación sea por motivos sanitarios como políticos (por las medidas restrictivas) representa un impacto adicional en la industria aérea con retrasos en la recomposición de la conectividad, nuevos ajustes en la capacidad y la amenaza en la pérdida de más puestos de trabajo.
Fotografía portada – Simón Blaise