En el desierto de Mojave, en los Estados Unidos, se encuentran los 12 Airbus A380 de la australiana Qantas. Retirados por un largo tiempo debido a que no hay lugar para ellos en la flota actual de la compañía, y menos para un mercado aéreo mundial absolutamente limitado por los cierres de fronteras, esperan una efectiva recuperación del mercado internacional para su reactivación.
Qantas es una de las compañías seguirá apostando por el “superjumbo europeo” para los próximos años, aunque todavía no sabe cuando podrá volver a utilizarlos de la misma forma como venían operando hasta antes de la llegada del COVID-19. Las últimas estimaciones de la compañía apuestan por una paralización de esta flota por un periodo de tres años, considerando el actual, es decir, hacia 2022 se podrían activar algunos aviones. Sin embargo, todo depende de la situación de la demanda y de la propia compañía.
“Hemos tomado la decisión de que los A380 son probablemente el último avión que volveremos a colocar en el aire porque son muy grandes y no creemos que la demanda esté ahí durante al menos tres años”, dice Alan Joyce, CEO de Qantas Group en una entrevista de CNBC. En su opinión los primeros vuelos internacionales serán atendidos por los A330-200/-300 y luego por los Boeing 787-9.
Por las restricciones que imponen los viajes, Joyce es pesimista respecto a la recuperación de la industria en el corto plazo, especialmente en lo que respecta al tráfico internacional. Señala que la mayoría de los servicios como a los Estados Unidos, por ejemplo, dependerán de la aplicación de una vacuna. Las últimas proyecciones de la línea aérea indican que hacia 2022 podrían recuperar apenas el 50% del mercado internacional que exhibía hasta 2019.
A corto plazo, el CEO de Qantas visualiza que existe una demanda de viajes que está reprimida al interior del territorio australiano que cuando se active permitirá colocar más capacidad lo que incluye la activación de varios aviones que se usan en rutas internacionales. Al respecto, menciona los A330-300 y posteriormente, los B787-9 que tendrán una programación más flexible. En ese sentido, también menciona la apertura del tráfico con Nueva Zelanda.
“No creemos que los B787 se necesitan mucho hasta mediados del próximo año”, agrega. “Tenemos muchos A330 que pueden volar internacionalmente. Entonces, si el mercado internacional se recupera a lugares como Nueva Zelanda, tendremos muchos aviones que podemos operar”.
Un ejemplo de lo mencionado por Joyce puede ser la ruta a Santiago, hoy suspendida indefinidamente. En junio, Qantas indica que los A330-300 se pueden utilizar en algunas rutas estratégicas hacia Johannesburgo o Santiago pese a que ello suponga una reducción significativa de la cantidad de asientos y se eliminen los vuelos sin escalas. De proceder, la reanudación de esos servicios se realizaría en las rutas Sydney – Perth – Johannesburgo o Sydney – Auckland – Santiago. En el caso chileno, la operación debe ser coordinada con su socio LATAM por los acuerdos que ambas disponen.
Qantas posee actualmente 18 A330-200 y 10 A330-300 con los cuales atiende rutas domésticas de alta densidad como vuelos internacionales hacia Oceanía y Asia. Además posee 11 B787-9 comprometidos en rutas de larga distancia hacia el hemisferio Norte y en los vuelos hacia Sudamérica. Todas las entregas pendientes por A321neo y B787-9 adicionales están pospuestas.
Actualmente, Qantas posee estacionados 79 aviones: 18 A330-300, 12 A380, 38 B737-800 y 11 B787-9. Al término del año fiscal 2019-2020, Qantas registra una pérdida neta por US$1.412 millones. Ante las reducciones de capacidad y la dificultad para operar, la compañía elimina a 6.000 puestos de trabajo e implementa un plan de reducción de costos por US$10.300 millones para los próximos tres años. Una de las acciones más recientes es consolidar la empresa al eliminar la división Qantas International consolidando los negocios de pasajeros domésticos e internacionales en una unidad. Los cambios se implementan a partir de septiembre de este año.
Fotografía portada – Qantas