Perú sufre fuerte retroceso en la recuperación de su transporte aéreo por reposición de cuarentenas

Apenas dos semanas dura la reactivación de los vuelos domésticos en el Perú. La imposición de nuevas cuarentenas focalizadas por la extensión del estado de emergencia en distintas ciudades por parte del Gobierno como consecuencia del aumento significativo de los contagios por COVID-19 mantiene suspendidos hasta fin de mes los vuelos domésticos hasta el 30 de agosto.

La medida representa un retroceso importante, más todavía si se considera la completa incertidumbre que afecta los vuelos internacionales que, a fecha de hoy, todavía no tienen fecha de reinicio. Las acciones políticas condicionan la necesaria reactivación económica del país y son cuestionadas ante los fracasos de la autoridad y la población por controlar los contagios en el país.

El domingo 09 de agosto, Perú reporta 147 días del estado de emergencia. Los contagios por COVID-19 superan las 471.000 personas y los fallecidos a causa de la enfermedad superan los 20.800, número que se espera que aumente a medida que la cantidad de contagios diarios se mantiene por sobre las 7.000 personas. Las cuarentenas se mantienen en 10 Departamentos y en 20 Provincias, incluyendo a Arequipa y Cusco.

Las líneas aéreas señalan que con la imposición de nuevas medidas gubernamentales y la cancelación de vuelos a diversos destinos en el Perú, los viajeros pueden mantener sus pasajes aéreos hasta que se brinden nuevamente las autorizaciones para operar. LATAM, por ejemplo, señala que los boletos no se perderán, sino que quedarán disponibles hasta que el destino quede habilitado para el tránsito aéreo y para luego hacer el cambio. Algo similar ocurre en SKY, mientras que Star Perú tiene reprogramado su reinicio de vuelos para el 07 de septiembre, dependiendo de las autorizaciones.

La industria aérea y el turismo en el Perú manifiesta su completa preocupación por el escenario en cual se encuentra en el país, pero especialmente, por la incertidumbre que impide realizar cualquier tipo de proyección a corto plazo. En paralelo, resaltan el agravamiento de la falta de liquidez que amenaza con poner término a la continuidad de varias empresas y fuentes de trabajo.

Como compensación, las líneas aéreas y distintas agrupaciones del sector turístico solicitan la apertura de los vuelos internacionales, aunque sea con frecuencias mínimas. Sin embargo, la reanudación de las operaciones desde y hacia el Perú sigue siendo compleja ya que se necesita que otros países también levanten las fronteras. Actualmente, la mayoría de los países latinoamericanos mantienen sus fronteras cerradas y algunos, como Chile, imponen cuarentenas obligatorias a todos los viajeros que lleguen desde el extranjero, independiente de su nacionalidad.

A la nueva detención parcial de los vuelos, se agrega también la paralización temporal de los vuelos humanitarios de repatriación hasta esta semana. La razón responde a la reubicación de la zona de estacionamiento de aeronaves que operan con esta finalidad. Desde marzo, estos vuelos operan desde el Grupo de Aviación Nº8 y ahora, pasan a una nueva ubicación en el aeropuerto Jorge Chávez de Lima.

Al igual como ocurre en la mayoría de los países de América Latina, el escenario que impone el Gobierno del Perú no es auspicioso. Las medidas siguen condicionando la recuperación del transporte aéreo, pese a ser uno de los sectores con protocolos sanitarios armonizados y validados por los propios países a través de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). En julio, la Asociación de Empresas de Transporte Aéreo Internacional (AETAI) menciona que la falta de certezas de parte del Gobierno es un “balde de agua fría” para las líneas aéreas que llevan casi cinco meses con sus operaciones afectadas.

Según la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), el Perú estima una pérdida de ingresos para 2020 por US$1,85 mil millones, monto que pone en riesgo a 18.555 fuentes de trabajos directos y otros 150.225 empleos indirectos en distintos sectores productivos del país. La pérdida de empleos se sentirá con fuerza en la capital como en las distintas ciudades del país, especialmente en las pequeñas y medianas empresas (PYMES).

Fotografía portada – Aldo Martinelli

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