Después de 64 días en el espacio exterior, la nave Dragon Endeavor, elemento fundamental de la misión de pruebas Demo-2, retorna en los pasados días a la Tierra marcando un nuevo hito en la industria aeroespacial, especialmente en lo referente a los viajes espaciales. Tras cumplir con todo lo planificado, su primera misión operativa está programada para septiembre.
El reingreso sin novedad es la mayor prueba de que la misión es de por si un éxito. Para la industria aérea se cumple el requisito fundamental de cualquier operación, llevar a las tripulaciones de origen y destinos con total seguridad. Dos meses estuvieron los astronautas Doug Hurley y Bon Behnken en la Estación Espacial Internacional (ISS, por sus siglas en inglés) realizando diversas pruebas de acople y midiendo parámetros de funcionamiento de la nave Dragon Endeavor.
Dos son los grandes hitos que se resumen con la misión. El primero es el lanzamiento de tripulaciones desde territorio estadounidense hecho que no ocurre desde el término del programa de transbordadores espaciales en 2011. De esta forma, se pone fin a la dependencia de Rusia con sus transbordadores Soyuz para enviar astronautas al espacio, aspecto que desde un ámbito geopolítico no deja de ser menor para el actual Gobierno y proyección internacional de los Estados Unidos.
Un segundo evento es la inclusión de una compañía privada en el desarrollo de tecnología aeroespacial, especialmente en lo que respecta a vehículos. Ahora, la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA) es un cliente de Space X luego de años de ser proveedor de lanzamiento de astronautas al espacio hasta el fin del programa de Transbordadores Espaciales. La inclusión de Space X abre una puerta para que otras empresas privadas puedan también explorar el desarrollo de nuevas naves de transporte espacial, siendo uno de los más cercanos el anhelo del turismo aeroespacial.
Independiente de estos dos hitos, el término de la misión está marcado por el amarizaje tripulado del Dragon Endeavor, el primero en 45 años. El último ocurre el 24 de julio de 1975 cuando los astronautas de NASA regresan y caen en aguas del océano Pacífico.
La misión de rescate de Hurley y Behnken se interpreta como un éxito y una gran demostración de coordinación, independiente de la presencia de embarcaciones que no cumplen las restricciones establecidas de aproximación al lugar de la caída, por el riesgo asociado a la exposición a agentes químicos que acarrea una aeronave que ingresa a la atmósfera terrestre desde el espacio exterior. Pese a ello, las autoridades señalan que no se reportan riesgos que empañen la misión.
“Este es un gran día para NASA y para Estados Unidos. Quiero agradecer a nuestros socios en SpaceX y a todos los que participan del programa “Commercial Crew” en NASA”, comenta Jim Bridenstine, administrador de NASA, al término de la misión. “Estamos entrando en una nueva era en la que NASA no va a comprar y operar sus naves, sino que seremos un cliente. Un cliente de muchos, en un mercado robusto de vuelos espaciales comerciales a la órbita baja terrestre, que contará con muchos proveedores que competirán entre sí bajando los costos y mejorando el servicio y la seguridad, aumentando el acceso al Espacio de una manera nunca vista”.
La Misión Demo-2 es la primera misión tripulada del Dragon Endeavor de carácter experimental. Cumplida esa fase, tiene previsto volver al espacio exterior en septiembre para llevar nuevamente a astronautas a la ISS a bordo del Crew-1, esta vez con un carácter netamente operacional. Estas misiones son parte del programa Commercial Crew de NASA, cuyo objetivo final es llevar astronautas a la órbita baja a través de proveedores privados.
Fotografía de portada – NASA / Bill Ingalls