Con una muy lenta recuperación que, bajo las condiciones actuales no se completará hasta 2024, según la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), más sus propios desafíos incluyendo la puesta en servicio de los B737 MAX, Boeing decide disminuir a niveles históricos la producción de sus aviones comerciales. De acuerdo con el fabricante estadounidense, los efectos de la pandemia de COVID-19 en la población y en la industria todavía están en curso por lo que los desafíos todavía son difíciles de dimensionar.
“La realidad es que el impacto de la pandemia en la aviación continúa siendo severo”, dice Dave Calhoun, CEO de Boeing. “Aunque algunos operadores están regresando gradualmente al aire, sus números siguen siendo muy inferiores a los de 2019 y los ingresos de las líneas aéreas también se reducen. Esta presión en nuestros clientes significa que están retrasando las compras de los aviones, demorando las entregas y aplazando mantenimiento, además de retirar aviones más antiguos y reduciendo los gastos, todo lo cual afecta nuestro negocio”.
Calhoun destaca que si bien hay señales alentadoras, la realidad obliga a aterrizar planes considerando que la demanda no volverá a la normalidad en un plazo de tres años. El escenario de incertidumbre se mantiene lo que dificulta la capacidad de proyectar la situación de los distintos mercados.
Como resultado y medida de drástico ajuste, Boeing informa un recorte de toda la producción de sus aviones comerciales. Una producción disminuida, para un mercado pequeño, señalan. En paralelo, advierten medidas de fuerza mayores que impactarán sin duda en los empleos, especialmente en la división comercial.
Afectada por la paralización y próximo reintegro, los B737 MAX se mantendrá al mínimo hasta 2022 cuando esperan volver a 31 aviones por mes. La producción del B777, incluyendo el B777X, se reducirá a dos aviones por mes en 2021, una unidad menos que lo informado anteriormente. No se descarta que las primeras entregas del B777-9 se materialicen en 2022. Para los B787, la fabricación baja a seis aviones por mes en 2021 con la perspectiva de elevar a siete aviones por mes en 2022. Lo que queda en la incertidumbre es la producción del B767, actualmente sustentada por los aviones cargueros (-300F).
Confirmando previsiones de años anteriores, Boeing finalmente indica que el emblemático B747 en sus versiones de pasajeros como de carga dejará de fabricarse en 2022. En 2016, es la primera ocasión cuando el fabricante habla oficialmente de dejar de producir el B747, avión que en 2019 sólo tiene una producción de un avión cada dos meses.
El fin del B747 es una realidad previsible con el descenso significativo de pedidos de pedidos a partir de la segunda mitad de la década de 1990 y que se acentúan en la década de 2000 con las sucesivas crisis en la primera década de este siglo, mismas que obligan a las líneas aéreas ajustar su oferta y demandar aviones más versátiles y eficientes tanto en capacidad como en consumo de combustible. Dicha realidad se da ambos lados del Atlántico con el desarrollo en sus distintas variantes del B777, Airbus A330/A340 y posteriormente, A350. Sin el A380 y el B747, en 2022 se termina la era de los “Jumbo Jet” como se conocían hasta 2019.
El desarrollo del programa B777 es quizás el mayor culpable del eclipse y ocaso del B747. Un avión cuyas variantes permiten transportar hasta 425 personas en vuelos sin escalas de hasta 17 horas de duración y que en su versión carguera permite transportar 104 toneladas, capacidad muy similar a las que transporta el B747-400F ligeramente menor a las del B747-8F. Los nuevos B777-8 con capacidad para transportar a 350 pasajeros en rutas de 9.300 millas náuticas (17.220 Km), y B777-9 para más de 400 pasajeros en tramos de 8.200 mn. (15.185 Km), sólo dan la sentencia final.
Como todos los fabricantes y empresas de leasing, Boeing enfrenta su periodo más adverso e incierto por la falta de información y las condiciones altamente cambiantes en todo el mundo. Con una industria de pasajeros prácticamente paralizada, el mecanismo para asegurar la continuidad es a través de los contratos gubernamentales, la Defensa y los programas espaciales, los que brindan una mayor estabilidad por funcionar a largo plazo con grandes inversiones asociadas.
Boeing está evaluando medidas adicionales. Con el menor nivel de producción en todas sus plantas, considera consolidar la actividad según tipos de aeronaves. En ese contexto, la primera línea de producción afectada es la del B787 distribuida hoy en las plantas de Everett en el Estado de Washington y Charleston en Carolina del Sur. Como una década atrás se abre una segunda línea de producción para atender la alta demanda, el escenario actual y futuro, probablemente fuerce el cierre.
Con la contracción significativa de la producción, Boeing intensificará la reducción de su fuerza laboral. En los meses anteriores, había informado para este año una eliminación de 19.000 puestos mediante retiros voluntarios, despidos directos, con el fin de adecuarse a un mercado más pequeño. Lo anterior, representa un 10% del total de empleos. Los primeros despidos no voluntarios ocurren en mayo y desde ese mes, el fabricante viene realizando reducciones más pequeñas y escalonadas. Con los últimos anuncios entregados se espera una nueva ola de desvinculaciones.
“Lamentablemente, el impacto prolongado de COVID-19 causa nuevas reducciones en nuestras tasas de producción, y una menor demanda de servicios comerciales significa que tendremos que evaluar aún más el tamaño de nuestra fuerza laboral. Esta es una noticia difícil y sé que agrega incertidumbre durante un momento ya desafiante. Intentaremos limitar el impacto en nuestra gente tanto como sea posible en el futuro”, expone el CEO de Boeing.
Para el futuro, Boeing se propone a revisar su estructura organizacional e identificar oportunidades de mejora a nivel administrativo, organizacional, pero especialmente en su cartera de productos altamente afectada por el tipo de respuesta entregados ante los cambios de la tendencia de los mercados. Uno de los pilares a corto plazo es asegurar la cadena de suministro y priorizar la seguridad tanto a nivel operacional como en todos los aspectos que sean necesarios.
Fotografía portada – Ricardo J. Delpiano