Como consecuencia directa de una mayor reducción de la capacidad por el impacto de la pandemia del COVID-19 en comparación con el primer trimestre (1Q2020), Delta informa una pérdida de US$ 3,9 mil millones y una disminución de ingresos en más de US$11 mil millones. La compañía visualiza un deterioro del escenario de recuperación que la obliga a profundizar medidas para asegurar la liquidez de la compañía.
“Frente a este desafío, nuestra gente ha actuado rápida y decisivamente para proteger a nuestros clientes y a nuestra compañía, reduciendo nuestra quema de liquidez promedio diaria en más del 70 por ciento desde fines de marzo a US$27 millones en el mes de junio”, expresa Ed Bastian, CEO de Delta.
La línea aérea con base y hub en Atlanta considera que pasarán dos años antes de ver una recuperación sostenible de la demanda. Pese a la temporada alta de verano y al desconfinamiento gradual de algunos mercados, estima que el entorno sigue siendo desafiante por los temores que tienen los viajeros y las restricciones que imponen los Gobiernos como los confinamientos puntuales ante casos de rebrotes y las cuarentenas, además de las prohibiciones de viaje como ocurre para le Unión Europea. Por consiguiente, la compañía reduce su programación a la mitad para agosto. De los 1.000 vuelos adicionales originalmente planificados se operarán sólo 500.
Del total de la pérdida informada, US$3,2 mil millones están atribuidas a asuntos relacionados al COVID-19 y la respuesta de la compañía como la reestructuración de la flota, las depreciaciones relacionadas con inversiones de capital y los beneficios de la Ley CARES (Coronavirus Aid, Relief and Economic Security Act, según sus siglas en inglés). Respecto a las depreciaciones de capital, Delta indica que en el 2Q2020 registra una devaluación de US$1,1 mil millones en su inversión en LATAM Airlines Group y de US$770 millones en Aeroméxico debido a las pérdidas financieras de estas compañías y la solicitud de protección de estas ante el Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de los Estados Unidos.
Los ingresos totales del trimestre alcanzan a los US$1,2 mil millones, excluyendo las ventas de refinerías, lo que representa una caída de 91% respecto al año anterior. En el 2Q2020, Delta opera con una reducción del 85% respecto a los niveles de 2019.
El gasto operativo total disminuye en US$4,1 mil millones con respecto al año anterior, mientras que los gastos ajustados lo hacen en US$5,5 millones o un 53% menos en comparación al mismo periodo del año anterior. La reducción responde a la menor capacidad, aunque también la empresa lo atribuye a una “sólida administración de los costos”. De acuerdo con el balance trimestral, Delta termina con US$15,7 mil millones en liquidez.
Los objetivos más inmediatos para la empresa es preservar la liquidez financiera. Como acciones destaca la recaudación de US$15 mil millones en transacciones financieras desde marzo a una tasa de interés promedio de 5,5%, incluyendo los préstamos derivados de la Ley CARES, la modificación de facilidades de créditos para reemplazar todos los convenios relacionados con las coberturas de costo fijo, la prolongación de vencimientos de US$1,3 mil millones en líneas de créditos renovables de 2021 a 2022, la obtención de US$5,4 mil millones en fondos de subvención y préstamos no garantizados.
Delta añade que continúa evaluando futuras oportunidades de financiamiento por medio del aprovechamiento de activos no gravados. “Somos elegibles y presentamos una Carta de Intención no vinculante al Departamento del Tesoro de los Estados Unidos por US$4,6 mil millones bajo el programa de préstamos garantizados de la Ley CARES. La compañía aún no ha decidido si participará y tiene la capacidad de elegir participar hasta el 30 de septiembre de 2020”, explican.
Aprovechando la baja demanda, Delta está acelerando las obras de mejoramiento de infraestructura en aeropuertos de Los Ángeles, Nueva York (LGA) y Salt Lake City, con el fin de reducir el impacto en los pasajeros, así como el costo total de los proyectos. En paralelo, la compañía con los planes de retiro voluntario y jubilación anticipada para reducir la fuerza de trabajo acorde al tamaño de la compañía que anticipa será “más pequeña”.
Fotografía portada - Simón Blaise