Pese a que lentamente los países comienzan a reanudar el transporte aéreo, la falta de una vacuna o tratamiento efectivo contra el COVID-19 obliga a los países a convivir con el virus ante la grave crisis económica por la que atraviesan, tomando los resguardos sanitarios correspondientes. Si bien los rebrotes parecieran no impedir las decisiones políticas de recuperar la actividad, el escenario inmediato sigue siendo altamente desafiante para la industria aérea.
La falta de liquidez, los costos fijos que se mantienen, los pagos de las primeras cuotas de los créditos y los gastos asociados para la reanudación de los servicios, incluyendo la búsqueda de la demanda hoy paralizada por el temor a contagios y las restricciones impuestas por los Gobiernos. Por ser la región más afectada en el mundo por la cantidad de contagios y densidad de población, el riesgo para la aviación en América Latina y el Caribe es superior al del resto del mundo.
“El transporte aéreo en todo el continente está ahora en su cuarto mes de parálisis. Incluso con unos pocos países que han permitido la reanudación del servicio, la mayoría aún nos mantiene en tierra”, comenta Peter Cerdá, vicepresidente de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) para las Américas.
Las líneas aéreas destacan los avances alcanzados con las autoridades en implementar las pautas establecidas bajo las directrices de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) para reanudar la actividad aérea con todas las medidas sanitarias. Sin embargo, lamentan los escasos avances en materia de ayudas desde los Gobiernos. América Latina sigue siendo la región cuyos Gobiernos menos aportan al transporte aéreo, pese a que este medio de transporte es fundamental para la conectividad de los territorios y entre los países.
Cerdá señala que con la falta de liquidez y los factores mencionados, una segunda o tercera ola de COVID-19 en la región, será catastrófico para la industria aérea poniendo en riesgo a más fuentes de trabajo. “Cualquier otra suspensión de las operaciones está poniendo en peligro el futuro de la aviación”, expone al señalar que los ingresos se han agotado en gran medida y se necesitan cubrir los costos.
Un análisis de IATA calcula que las compañías aéreas ya han consumido reservas de efectivo de US$61.000 millones sólo en el segundo trimestre. Por lo tanto, se necesita el apoyo de los Gobiernos especialmente cuando estos son parte del sistema aeronáutico de cada uno de los países.
A nivel mundial, los distintos mecanismos de ayudas desde el sector público alcanzan en total a US$123.000 millones, lo que equivale al 14% de los ingresos totales de las aerolíneas en 2019 (tomando como base a US$838.000 millones). Para América Latina y el Caribe, se ha prometido una ayuda gubernamental de US$300 millones lo que equivale al 0,8% de los ingresos de la región en 2019 (US$38.000 millones).
A fecha de hoy, Aeroméxico, Avianca y LATAM se encuentran en Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de los Estados Unidos como fórmula para reorganizar su deuda. A estas se agregan, compañías como Avianca Perú, Flyest, LATAM Argentina, TAME y ONE Airlines que cesan sus operaciones por problemas asociados a la crisis del COVID-19, especialmente por la paralización de actividades impuestas por los Gobiernos, la falta de ayuda de estos y la reestructuración necesaria de sus compañías matrices.
Según las últimas previsiones financieras de IATA, la industria perderá US$84.300 millones en 2020, y las compañías aéreas de América Latina y el Caribe registrarán una pérdida de US$4.000 millones. Como resultado, la contribución al Producto Interno Bruto (PIB) de la región se espera que se reduzca en US$98.000 millones amenazando a 4,1 millones de puestos de trabajo. El impacto de las cuarentenas impuestas por los países no aporta al mejoramiento del escenario. Sólo las medidas de la Unión Europea generan un impacto para la región de US$300 millones por mes.
“La aviación ha desempeñado hasta ahora un papel crucial en todas las economías del continente. Las grandes distancias existentes, la falta de infraestructuras y las dificultades orográficas hacen de la aviación la forma más eficiente y segura de trasladarse, por lo tanto, se debe permitir que la aviación se reanude lo antes posible”, puntualizan desde la Asociación que representa a las líneas aéreas responsables del 82% del tráfico mundial.
Brasil, Chile y México son los únicos países que no paralizan la actividad del transporte aéreo, pese a que las restricciones y la drástica caída de la demanda obligan a las compañías aéreas a disminuir significativamente las frecuencias. En junio, Ecuador retoma los vuelos domésticos y desde el 15 de julio, el Perú. A estos, se agregan las aperturas positivas en el Caribe con las Bahamas, Haití, Jamaica y República Dominicana, especialmente relacionados con el aprovechamiento de la temporada de verano del hemisferio Norte.
Desde IATA critican la lentitud en la reanudación de la aviación en los otros países como Colombia y Panamá. “En Colombia, el poder de decisión para la reapertura de los aeropuertos ha pasado a manos de la decisión individual de los alcaldes, mientras que Panamá sigue ampliando el cierre de las fronteras del país, a pesar de que su aeropuerto es uno de los principales centros neurálgicos de las Américas y Argentina ha vuelto a retrasar la fecha de reanudación de los vuelos nacionales”, señalan.
"Lo que necesitamos como industria es que los gobiernos den fechas claras de cuándo podemos volver a volar. Los protocolos de Take-off (Despegue) acordados por OACI son el plan global armonizado para esto. Los Estados deben ahora aplicarlos y no cada uno reinventar individualmente la rueda. Si bien comprendemos que los Gobiernos se preocupan por la salud de sus ciudadanos, obstaculizar una industria esencial que ha desarrollado protocolos sólidos para garantizar que el transporte aéreo no se convierta en un vector de la propagación del COVID-19 no ayudará a la tan necesaria recuperación socioeconómica", puntualiza Cerdá.
Fotografía portada - Lima Airport