Desde el 1º de julio, El Al se encuentra en tierra hasta nuevo aviso. La razón es la decisión extrema de la compañía aérea ante la grave crisis económica que atraviesa por la falta de liquidez como consecuencia del cierre de las fronteras y las medidas de restrictivas impuestas por los distintos Gobiernos, además de la falta de ayuda económica, esta última denegada por el Estado de Israel.
La línea aérea esperaba comenzar julio con la reactivación de los primeros enlaces regulares desde Tel Aviv hacia Nueva York (JFK) y París (CDG), pero problemas con los pilotos impide la reanudación los servicios dado que se niegan a volar por temor a sufrir contagios en los destinos. Sin embargo, ese argumento ocultaría el conflicto verdadero relacionado con la negativa para que la empresa transfiera tripulaciones de la flota Boeing 737 a B787-9.
Ante esta situación, la empresa no posee condiciones para reiniciar las operaciones agravando la situación financiera. Las restricciones gubernamentales como el cierre de fronteras, cuarentenas, limita la capacidad de comercialización en varios de sus principales mercados, como Europa. Por consiguiente, cualquier oportunidad de recuperación es a corto plazo reducida.
Con una delicada situación financiera arrastrada por años, El Al reporta pérdidas por US$140 millones en los tres primeros meses de 2020. Desde marzo, la compañía no realiza vuelos regulares a excepción de algunas operaciones de carga que no presentan ingresos suficientes para cubrir los costos de la empresa, además de vuelos de repatriación. Se espera que el segundo trimestre altamente adverso, al igual que los próximos meses considerando la reciente decisión.
Para sortear la crisis en la medida de lo posible, El Al solicita al Gobierno de Israel la posibilidad de contar con ayudas económicas por US$400 millones en préstamos respaldados por el Estado en US$250 millones. En una primera instancia, Israel se compromete adquirir acciones que no fueran compradas por privados, pero sin nacionalizar la línea aérea.
El plan consideraba la posibilidad de tener hasta el 60% de las acciones que se iban a transferir a un administrador por un periodo de tres a cinco años, plazo suficiente para la recuperación. Sin embargo, el Gobierno decide negar el rescate complicando la situación de la línea aérea ante la falta de liquidez. La acción gubernamental genera cuestionamientos por la fuerte vinculación política que tiene Israel con El Al. Básicamente, la línea aérea se considera una extensión del Gobierno.
La administración israelí defiende la decisión de no aportar en la línea aérea por considerar que su delicada situación financiera es anterior a la crisis del COVID-19 y determinada por malos manejos, salarios excesivamente altos, planta laboral sobredimensionada y un balance extremadamente frágil. Con el fin de renovar su flota, El Al incurre en los últimos años en nuevas deudas debilitando aún más su panorama ante la situación actual.
Pese a la negativa, la fuerte relación política que tiene el Gobierno de Israel con El Al impida que la línea aérea desaparezca en su totalidad. Actualmente, Israel no posee otra compañía aérea con un nivel similar ya que el resto de las líneas aéreas de ese país poseen una dimensión menor y dedicadas a un mercado mucho más específico, principalmente asociado a vuelos chárter y la ruta doméstica (Tel Aviv – Eilat).
El Al posee actualmente una flota conformada por 16 B737-800, un B737-900, seis B777-200ER, tres B787-8 y 12 B787-9. De estos últimos, sólo cinco aviones están activos para vuelos de repatriación y carga.
Fotografía portada – Simón Blaise