Enfatizando el concepto de que volar ha sido, es y será seguro, la industria de la aviación reitera de que no es necesario bloquear los “asientos de medio” de los aviones para asegurar un distanciamiento físico de los aviones. A pesar de que de la mayoría de las compañías aéreas no lo implementa porque no hay evidencia científica de que a bordo se pueden producir contagios, reconocen que existen un número muy reducido de operadores que aplican temporalmente esa medida, reduciéndola a un criterio netamente comercial.
“La calidad del aire a bordo de los aviones similar a la de un quirófano”, dicen desde la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA). Según sus expertos de salud a bordo, el riesgo de contraer cualquier enfermedad durante un viaje en avión tiene un riesgo muy bajo a pesar de la densidad interior. Lo anterior, en comparación con otros medios de transportes como los buses, trenes o barcos.
Un caso reciente en España es señalado como el “más claro ejemplo” de la afirmación anterior. Días atrás un vuelo de Iberia de Madrid a Lanzarote (IB3856) fue alertado de que a bordo se encontraba un pasajero cuya prueba PCR había dado positivo para COVID-19. Con la adecuada coordinación entre la línea aérea, la Guardia Civil, el personal del aeropuerto y las autoridades de Salud, se activan los controles preventivos, se determina la trazabilidad del contagio aplicándose test PCR a todos los pasajeros y tripulantes. El resultado: ningún pasajero ni miembros de la tripulación de ese vuelo dieron como positivo de la enfermedad.
A fecha de hoy, no existe evidencia científica de que los aviones sean foco de contagio. A pesar de que la opinión pública suele identificar a este medio de transporte como un potencial riesgo, no hay evidencia de ello. Los contagios se dan fuera del avión con pasajeros que portan la enfermedad desde antes o se contagian en otras zonas de alta densidad como el metro, trenes, buses o en la propia calle.
Todos los aviones modernos poseen filtros HEPA (High Efficiency Particulate Air) que renuevan el aire de la cabina cada tres minutos. Se trata de una tecnología incorporada desde el mundo de la salud dado que tiene un rendimiento similar a los equipos utilizados para mantener el aire limpio en quirófanos o salas industriales. Están diseñados para capturar el 99,995% de bacterias y virus, reduciendo al mínimo cualquier contagio.
De acuerdo con diseñadores y fabricantes de aviones, como Airbus o Boeing, el aire que circula a bordo se compone de dos maneras. Un 50% proviene del exterior y otro 50% desde el interior reciclado a través del filtro HEPA. Con una acción combinada, los equipos que suministran el aire en los aviones proporcionan entre 15 y 20 pies cúbicos por minuto para una cabina de clase Económica que es donde vuelan los pasajeros. Esto hace que el suministro total de aire sea continuo, estéril y sin partículas contaminantes.
“Los filtros HEPA son efectivos para capturar más del 99 por ciento de los microbios en el aire en el aire filtrado”, destacan los expertos de salud a bordo de IATA. “El aire siempre fluye dentro y fuera de la cabina. El flujo de aire total a la cabina es suministrado a una velocidad de flujo a granel equivalente a 20 a 30 cambios de aire por hora. Esto proporciona también un control de temperatura”.
Los filtros HEPA eliminan las partículas más pequeñas en el rango de 0,1 a 0,3 micrones. En el caso del virus COVID-19, al ser expulsado desde un pasajero contagiado e impregnarse en cualquier superficie es absorbido por el sistema de aire para ser filtrado. Por consiguiente, el distanciamiento físico no es necesario.
Para reducir aún más la posibilidad de riesgo y hasta que no se encuentre una vacuna o tratamiento adecuado al COVID-19, las aerolíneas obligan a sus pasajeros a usar mascarillas (barbijos) durante todo el vuelo a fin de evitar que cualquier partícula emana de las personas por la boca o la nariz. Asimismo, en las escalas y durante los pernoctes, se intensifican las labores de limpieza de superficies como los asientos, respaldos, pantallas, mamparas, portaequipajes, ventanas, cinturones de seguridad, entre otros, para reducir aún las más probabilidades de contagio. Esto, junto a otras prácticas adoptadas por las compañías y los aeropuertos, son validadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y aceptadas por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), por lo que en teoría son validados por todos los países miembros de Naciones Unidas (ONU).
“A nivel de industria, estamos contentos con las autoridades porque respaldan nuestro llamado y los protocolos que se están colocando son los adecuados para asegurar que el transporte de los pasajeros sea seguro y responsable”, dice Peter Cerdá, vicepresidente de las Américas y Caribe de IATA.
Sin embargo, organizaciones internacionales de aviación, fabricantes y líneas aéreas, reconocen que algunos operadores están aplicando la distancia física a bordo. “No apoyamos esas restricciones”, sentencian. “Las medidas implementadas a través de la propuesta de IATA y consensuada por OACI no lo estiman necesario”.
Tomando distancia de decisiones voluntarias, indican que aquellas compañías aéreas que aplican un distanciamiento a bordo lo hacen por criterios comerciales con el fin de incentivar los viajes, pero crean confusión en los usuarios y suman más riesgos financieros. “Es una decisión de la línea aérea si desea hacerlo o no”, puntualizan en IATA.
Entre las pocas compañías que aplican “distancia social” están Delta, Saudia y la chilena SKY. En España, Iberia es tajante frente a esto al señalar que al dejar el asiento libre del medio al expresar que esa política no da “mayor seguridad” y poco contribuye en efectividad a la prevención del COVID-19. Asegura que instala un concepto errado de seguridad sanitaria con medidas que no aportan y que sólo profundizan la crisis que enfrenta el transporte aéreo y amenaza a miles de empleos en todo el mundo.
En IATA, agregan que, si se imponen medidas de distanciamiento social en los aviones, se cambiará drásticamente la economía de la industria del transporte aéreo. Primero, por la disminución notoria de los factores de ocupación que caerá a un máximo de 62%. En segundo término, al tener menos asientos para vender los costos unitarios aumentarán significativamente provocando que las tarifas aumenten en promedio entre un 43% y 54% dependiendo de la región. En América Latina, el alza de los pasajes crecerá en un 50%.
“Eliminar el asiento del medio elevará los costos. Si eso se puede compensar con tarifas más altas, la era de los viajes asequibles llegará a su fin. Por otro lado, si las aerolíneas no pueden recuperar los costos en tarifas más altas, las aerolíneas se irán a la quiebra. Tampoco es una buena opción cuando el mundo necesitará una fuerte conectividad para ayudar a iniciar la recuperación de la devastación económica de COVID-19”, expresa Alexandre De Juniac, director general y CEO de IATA.
En Chile, la política de bloquear el asiento central por parte de SKY también es criticada. En calidad de presidente de la Asociación Chilena de Líneas Aéreas (ACHILA), Alfredo Babún, señala que el distanciamiento a bordo “es una política netamente comercial”, según expresa en la charla “Reactivación de las aerolíneas en tiempos de pandemia” organizada por Travel Security. Como sus pares de la industria, reitera que muchas compañías aéreas no van a bloquear el asiento del medio. “Con las políticas de IATA, los filtros HEPA y el uso de las mascarillas, las líneas aéreas no debieran bloquear el asiento para el distanciamiento social”.
SKY tiene como política temporal el bloqueo del asiento del medio sólo hasta el 28 de junio. Su política responde a una demanda extremadamente reducida que le permite adoptar esta medida “sin mayores costos” iniciales y a una intención de dar mayor confianza a un público poco conocedor de lo técnico, pero bajo un criterio comercial necesario tomando en cuenta su paralización voluntaria de dos meses.
Además del uso de mascarillas, IATA recomienda un trabajo de cooperación con los Gobiernos y los aeropuertos para adoptar un enfoque de capas para reducir probabilidad de contagio por COVID-19. Si se adoptan procedimientos preventivos, armonizados y consensuados, es posible aportar a un rápido retorno seguro de la aviación y de esta manera, asegurar efectos catalizadores para una recuperación económica de los países.
Fotografía portada – Simón Blaise