Brasilero de nacimiento, José Ricardo Botelho es desde el 01 de junio el nuevo director ejecutivo de la Asociación Latinoamericana y el Caribe de Transporte Aéreo (ALTA). Tras cuatro años de presidir la Agencia Nacional de Aviación Civil (ANAC) en Brasil, llega a un nuevo cargo y también a una realidad, quizás la más desafiante de su carrera: colaborar para asegurar un nuevo despegue de la aviación latinoamericana.
Con el impacto del COVID-19 en la región y las restricciones a los viajes impuestas unilateralmente por los Gobiernos, la aviación prácticamente se ha detenido. A excepción de Brasil, Chile y México, el transporte aéreo está paralizado desde hace casi tres meses. Las proyecciones no son las mejores, especialmente cuando los países continúan con las fronteras cerradas sin tener evidencia científica de que el transporte aéreo sea un mecanismo de contagio.
“El transporte aéreo es un servicio esencial, no solo por ser un medio de transporte eficiente y necesario en esta región continental con características geográficas particulares, sino que también es un potente dinamizador de múltiples sectores económicos que dependen de la conectividad como lo son el turismo, el comercio y los servicios, por nombrar algunos”, comenta. “A pesar de ser una tarea compleja, se hace extremadamente necesario poder reiniciar las operaciones aéreas para garantizar este servicio esencial y reactivar la economía de los países de la región”.
Desde el comienzo de la emergencia, ALTA junto la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) y el Consejo Internacional de Aeropuertos (ACI), más el liderazgo de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), viene trabajando en el desarrollo de protocolos conjuntos y consistentes globalmente para apoyar a las autoridades en la reanudación segura de los servicios aéreos bajo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), autoridades sanitarias regionales y locales. A estas se unen las líneas aéreas, los aeropuertos y organizaciones civiles asociadas con la industria aérea.
“La estandarización es fundamental, podría decir que es condición sine qua non para la reactivación de la industria. La armonización de protocolos ayudará a reducir sustancialmente cualquier riesgo de transmisión, facilitará y brindará confianza a los usuarios en volver a hacer uso de transporte aéreo y ayudará a la industria a volver a operar sin nuevas barreras ineficientes que generen costos y procesos duplicados o ineficientes”, explica Botelho.
Al conversar, reitera el trabajo de coordinación de OACI con otras entidades representantes de la industria aérea y autoridades aeronáuticas regionales para conseguir una reactivación segura, articulada y armonizada. En ese sentido, destaca el documento de protocolos conjunto “Reinicio Seguro de la Aviación” de IATA y ACI al que ALTA también suscribe y apoya.
La pandemia del COVID-19 golpea fuerte a la región. Países como Brasil, Chile y el Perú sólo ven un aumento explosivo de los casos de contagio creando incertidumbre, más medidas de confinamiento y consecuencias económicas muy adversas para los países. La caída de la actividad económica chilena en un 14,1% para abril en un país sin cuarentena total es un desastre de proporciones.
El escenario en contra reitera la importancia de la aviación como herramienta catalizadora. Por cada un empleo que se crea en la industria aérea se generan alrededor de cuatro o cinco puestos de trabajo adicionales en otras industrias. Para activar esta herramienta, Botelho insiste en la cooperación. “El trabajo articulado industria-Gobierno será capaz de reducir los impactos del COVID-19 mediante la implementación oportuna, consistente y armonizada de protocolos de salud para todos los involucrados y los ciudadanos”.
La crisis del COVID-19 es la más aguda en la historia de la aviación. Está impactando por igual a todos los actores de la cadena de valor. La recuperación será lenta. Las líneas aéreas tienen contemplado reiniciar con capacidades reducidas, menos rutas, menos frecuencias, menos aviones y menos pasajeros, lo que supone cambios en las inversiones y ajustes en la capacidad.
Lo anterior, implica menos conectividad para la región y una industria más chica. En ALTA lo comparan ya con el tamaño que la aviación tenía en 2009, lo que anticipa algunos inconvenientes en cadenas logísticas y para el turismo que dependen del transporte aéreo.
“La recuperación será lenta. Podemos estimar que para diciembre podremos operar en la región casi al 50% de la capacidad planificada originalmente. Un estudio de la consultora ICF indica que para el 2023 veríamos en la región alrededor del 96% del tráfico de pasajeros que vimos en 2019 (poco más de 300 millones de pasajeros) y solo hasta el 2025 veríamos los niveles de 2019”, dice el nuevo director de ALTA. “A medida que más se retrasa la fecha de reapertura de los cielos y fronteras, más complejo es el panorama”.
En ALTA, reiteran la importancia de la comunicación y la colaboración con los Gobiernos para lograr una apertura alineada, consistente a nivel regional y global. Se pone especial énfasis en una reanudación armonizada para evitar que las nuevas barreras resultantes sean diferentes e individuales en los países que sólo implican duplicación de procesos, costos adicionales y más dificultades para recuperar la conectividad.
Como se trata de una crisis multisectorial, ajena a la industria aérea, los Gobiernos no se encuentran exentos de generar soluciones. Por lo mismo, instan a las autoridades a colocar los recursos en las múltiples industrias estratégicas de los países, siendo la aviación una de ellas por su rol activador de sectores económicos y proveedor de un servicio esencial para la población. Las ayudas que se están solicitando están orientadas a asegurar la liquidez y continuidad de las empresas para de esta manera preservar los empleos. Sólo de esta manera se podrá subsistir a la crisis y mantenerse viables para devolver a los países la necesaria conectividad.
Con excesivas regulaciones, diferencias políticas, operar en América Latina es de alto costo. Las compañías aéreas poseen diferentes niveles en sus reservas de liquidez. La caja dura sólo unos meses, tres o cuatro como máximo en las líneas aéreas con mejor salud financiera, periodo que está por terminar sin que aún los países de la región vean señales de recuperación de la pandemia.
“Es un escenario sumamente complejo y el apoyo de los Gobiernos es fundamental para la viabilidad de numerosas empresas del sector”, sentencia Botelho. “Las medidas de apoyo económico contundentes que hemos solicitado desde ALTA incluyen la inserción de la industria en esquemas de préstamos, facilitación de renegociación de deudas, ajuste de condiciones laborales y flexibilidad en disposiciones no relacionadas con seguridad. De igual manera hemos venido conversando la importancia de la reapertura oportuna de cielos y fronteras, la definición de incentivos a la oferta y la demanda para tornar atractivos y viables los destinos”, puntualiza.
Al finalizar, José Ricardo Botelho, destaca que los Gobiernos de los países de América Latina y el Caribe reconocen el valor de la aviación y el turismo como potenciadores de la economía y generadores de bienestar y oportunidades para la población. Sus palabras infieren una industria dinámica que da esperanzas para todos hacia un mejor futuro, pero sumamente dependiente que invitan a una constante cooperación y por qué no, a un mayor involucramiento de todas las partes.
Fotografía portada - ALTA