Con el fin de ajustar la capacidad a la realidad y proyecciones más inmediatas de la industria aérea, Delta fija la salida de su flota Boeing 777 para fin de año, convirtiéndose en la tercera flota de la compañía en ser desprogramada. La medida se basa en la necesidad de reducir los costos y en las previsiones de la industria que indican que el tráfico de larga distancia será el último en recuperarse de la crisis impuesta por el COVID-19.
“Una herramienta importante que nos ayudará a lograr estos objetivos es retirar los aviones más antiguos y modernizar nuestra flota a medida que planificados para el futuro”, comenta Ed Bastian, CEO de Delta. En una carta a los empleados y clientes, el directivo señala que la flota B777 será reemplazada por los nuevos A330-900 y A350-900 que proporcionan similar capacidad y alcance a un significativo menor consumo de combustible. “Nuestros A330 y A350-900, que son más eficientes en combustible y más rentables, realizarán vuelos de larga distancia a medida que regrese la demanda internacional”.
Delta posee ocho B777-200ER y 10 B777-200LR. De estos, actualmente, sólo 11 aviones están en servicio atendiendo algunas rutas internacionales. Cuando se reciban más aviones, la capacidad que se pierde será compensada por 37 A330-900 y 35 A350-900 (10 más al pedido original considerando los aviones adquiridos desde LATAM), de los cuales posee cinco y 13, respectivamente. Los B777-200ER/-200LR estaban principalmente asignados a rutas hacia Asia, el Pacífico y Sudáfrica, aunque también han sido utilizados para incrementar la capacidad de carga a algunos destinos por demanda específica, por ejemplo, a Perú.
“Retirar una flota tan icónica como el B777 no es una decisión fácil, sé que tiene un impacto directo en muchos de ustedes que vuelan, tripulan y dan servicio a estos aviones. El B777 ha jugado un papel importante en Delta desde 1999, permitiéndonos abrir nuevos mercados de larga distancia y haciendo crecer nuestra red internacional a medida que nos transformamos en una aerolínea global”, agrega Bastian. Por el momento, esta flota quedará estacionada.
La línea aérea de Atlanta dice que está gastando alrededor de US$50 millones por día. Por lo que la desprogramación de las flotas más antiguas y menos eficientes ayudan a generar ahorros para velar por la continuidad y reestructuración de la empresa. “Delta entró en esta crisis en una situación de fortaleza y éste será un paso importante para garantizar que permanezcamos en una posición relativamente fuerte en la industria a medida que se recupere la demanda”.
Previamente, Delta había anunciado la salida de los McDonnell Douglas MD88 y MD90 para julio y diciembre, respectivamente. Estos equipos serán reemplazados por los A220 y por una probable orden por B737 MAX, siempre y cuando, la línea aérea consiga negociar el canje con Boeing de los B717 que utiliza.
El COVID-19 está imponiendo en Delta como en la gran mayoría de las líneas aéreas del mundo un drástico ajuste de capacidad ante la necesidad de reducir los costos para contener las pérdidas y la falta de liquidez que han impuesto las cuarentenas y restricciones unilaterales de los viajes por parte de los Gobiernos. Además de las flotas señaladas, la compañía tiene en sus planes la desprogramación a corto plazo de los B757-200/-300, aunque todavía no hay fechas exactas para ello. Lo mismo ocurre para los B767-300ER/-400ER.
Hasta el 12 de mayo, Delta mantiene 26 B757-200 y dos B757-300 activos. Otros 85 aparatos del primer modelo y 14 del segundo, están detenidos. Respecto a los B767-300ER se operan sólo seis de un total 56 en la flota, mientras que de los 21 B767-400ER se utilizan apenas dos. Se estima que la línea aérea podría recurrir a corto plazo de estos aviones para recomponer la red mientras llegan los nuevos equipos. Mientras los B757 serán reemplazados por los A321 y A321neo, la salida de los B767 se compensará con los A330-300 y A330-900.
La flota A330 asumirá un rol central en las operaciones de alta densidad y larga distancia de Delta. Considerando que algunos equipos se destinarán a compensar la desprogramación de los B777-200ER, se infiere que muchos destinos internacionales no se operen por los próximos cuatro años, especialmente aquellos nuevos que no representen oportunidades con rápidos retornos de la inversión como todos los que no son rentables.
Para atender la reducción de capacidad, Delta puede hacer uso de las alianzas globales, bilaterales y acuerdos de negocio conjunto (JBA, por sus siglas en inglés) para mantener la conectividad internacional generando sinergias con sus socios. En América Latina, claves son las acciones conjuntas con Aeroméxico y LATAM Airlines.
Como resultado de la reducción de flotas, más de 3.400 pilotos están llamados a retiros para 2024, de los cuales 600 ya han sido desvinculados directamente o mediante los planes de retiro voluntarios. En 2021, se espera que otros 900 salgan de la compañía.
Actualmente, Delta asegura haber reembolsado más de US$1,2 mil millones desde que comienza la pandemia, incluyendo US$160 millones sólo en mayo. La cifra muestra la proactividad de la línea aérea para gestionar los pedidos de los clientes y el alto flujo de dinero que sale de la empresa, afectando la liquidez de la caja en momentos que no se perciben ingresos suficientes. Por consiguiente, persiste una enorme presión financiera ligeramente aliviada por las ayudas entregadas por el Gobierno de los Estados Unidos para el pago de nóminas.
Fotografía portada - Simón Blaise