Con una recuperación de la demanda mucho más lenta de lo inicialmente previsto, Qantas Group señala que posterga la entrega de tres Boeing 787-9, así como los 18 A321LR destinados a Jetstar, como parte de los esfuerzos para mitigar la crisis y concentrar la liquidez de la empresa en la contingencia y recuperación de operaciones.
En Qantas, se postergan la entrega de tres B787-9 previsto a entregar para este año con los cuales se iba a compensar en parte la salida de los B747-400ER desprogramados anticipadamente en marzo. La compañía confirma que los emblemáticos Jumbo Jet no van a volver a volar, culminando con una era de 50 años en la que el avión representa la columna vertebral de la operación.
Los A321LR tenían prevista su entrega para agosto de este año, permitiendo a Jetstar incrementar su eficiencia en rutas medias dentro de Australia como en los mercados internacionales en el Pacífico Sur, además de explorar distintas rutas entre Australia y el Sudeste Asiático. Algunas rutas señaladas para esta nueva flota es Sydney – Bali, Melbourne – Fiji o Cairns – Auckland, por ejemplo.
El retraso de estas entregas se suma a la decisión de Qantas de suspender el “Proyecto Sunrise” orientado a establecer vuelos de ultra larga distancia como Londres (LHR) – Sydney o Sydney – Nueva York (JFK), entre otros. Si bien confía de que hay una demanda en el futuro para estas operaciones, el escenario actual no permite abrir estos vuelos por el impacto que impone el COVID-19, especialmente en la cantidad de pasajeros que viajen en 2021 y 2022.
Para las rutas de ultra larga distancia, Qantas tiene seleccionado al A350-1000 con un peso máximo de despegue (MTOW) aumentado en comparación con la versión original con el fin de cumplir los requerimientos de las operaciones de ultra larga distancia. La cancelación del “Proyecto Sunrise” no supone mayores obligaciones financieras dado que la compañía australiana no había realizado formalmente el pedido a Airbus de al menos 12 aviones, número mínimo señalado para establecidos estos vuelos.
Actualmente, Qantas está operando al mínimo: 5,0% de la capacidad en los vuelos domésticos y sólo 1,0% de la oferta en rutas internacionales, según los niveles en 2019. Al igual que otras líneas aéreas, se están utilizando A330-300 y B787-9 para fortalecer la oferta para carga debido a la paralización de los vuelos de pasajeros y la creciente demanda temporal en productos médicos y carga generada por el mayor volumen de comercio electrónico.
El holding australiano señala que la demanda se recuperará lentamente hacia 2023 al escenario pre-crisis, en sintonía con las últimas proyecciones entregadas por la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA). El tráfico doméstico será el primero en recuperar su actividad y en último término, los vuelos internacionales de larga distancia. En ese sentido, Qantas anticipa que “la compañía de 2021 y 2022 no será la misma que la de 2019” y reafirma su decisión de postergar el “Proyecto Sunrise”.
"Esperamos que la recuperación de la demanda sea gradual y pasará algún tiempo antes de que la demanda total alcance los niveles anteriores a la crisis. Eso significa que debemos pensar en cómo debería ser Qantas Group al otro lado de esta crisis para tener éxito. La flota, la red y los gastos de capital deben revisarse”, dice Alan Joyce, CEO de Qantas Group. Agrega que el compromiso de atender a las comunidades australianas “no cambiará”.
Joyce agrega que la empresa cuenta con una liquidez suficiente para enfrentar la situación actual, pero infiere preocupación más a largo plazo dependiendo de la extensión de las medidas y restricciones que imponen los Gobiernos. “No sabemos cuánto durarán las restricciones de viaje nacionales e internacionales ni cómo se verá la demanda a medida que se levanten gradualmente”, puntualiza. Destaca que la capacidad financiera actual es el resultado de años de trabajo y de reestructuraciones.
Fotografía portada - Qantas