Tras un segundo trimestre 2020 (2Q2020) desastroso con gran parte del tráfico mundial detenido y estricto confinamiento, la Asociación de Transportes Aéreo Internacional (IATA) señala que la demanda seguirá afectada por un mayor tiempo debido a la extensión de las restricciones y la imposición de cuarentenas a los viajeros. En un nuevo pronóstico, la recuperación no se manterializará a corto plazo, sino que puede extenderse hasta 2025, especialmente cuando los Gobiernos continúan imponiendo medidas restrictivas.
La opción de recuperación para la aviación a niveles de 2019 para el próximo prácticamente está descartada. El tráfico mundial de pasajeros, medido en ingresos por pasajero-kilómetro recorrido (RPK), llegue en 2021 a un 24% menos respecto a 2019 y un 32% inferior a la previsión realizada en octubre 2019 para 2021. Sin embargo, IATA es tajante y señala que no se superarán los niveles de tráfico de pasajeros de 2019 hasta pasado 2023.
Con la aviación lista para volver a comenzar, carga la responsabilidad a los Gobiernos dado que son estos los que imponen las restricciones de viaje y las cuarentenas, además de tener la responsabilidad de controlar la epidemia en cada país. “A medida que los mercados internacionales se abran y las economías se recuperen, habrá un mayor crecimiento en los viajes aéreos desde el punto más bajo de 2020”, agregan desde Ginebra.
Hay un escenario, más pesimista que indica que los niveles de tráfico aéreo pre-crisis no volverían hasta 2025, cuando se espera un RPK global un 10% más bajo que lo anunciado. Con una apertura más lenta de las economías, la continuación de las medidas restrictivas y los impactos de una “segunda ola” del virus, la recuperación de 2021 sería un 34% inferior respecto a niveles 2019.
IATA señala que la imposición de las cuarentenas a los pasajeros dañan aún más la confianza en los viajes aéreos por la percepción colectiva del transporte en la sociedad. Desde su perspectiva, propone un enfoque gradual y basado en la adopción de medidas que garanticen la bioseguridad armonizadas a nivel mundial para los países.
Uno de los escenarios presentes en la crisis del COVID-19 es la ausencia de un enfoque global para abordar la crisis. Prácticamente, cada país impone medidas según su realidad o lo que sus Gobiernos creen es conveniente basados en las que consideren como “mejores experiencias” o “modelos a seguir”. Los países de occidente observan en ese sentido lo ocurrido en China o las prácticas de Europa, aunque hay casos más cuestionados como aquellos que siguen el modelo británico o estadounidense. Ante la falta de evidencias -incluso de la propia OMS-, y diferencias políticas entre los países, la opción de abordar un enfoque global contra la pandemia es altamente complejo.
Sin evidencia científica que el avión sea un foco de contagio por lo filtros de aire que poseen, IATA propone que los Gobiernos deben abrir las fronteras sin cuarentenas para las personas que llegan. Para evitar los contagios, sugiere establecer mecanismos de detección de temperatura en los aeropuertos y test para prevenir la llegada de viajeros asintomáticos. En ese sentido, se manifiesta contraria a la imposición de cuarentenas.
Mientras tanto, las líneas aéreas señalan que es necesario el reconocimiento mutuo de medidas acordadas para la reanudación de los viajes internacionales. IATA destaca los avances del Grupo de Trabajo para la Recuperación de la Aviación del COVID-10 (CART) establecido en la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI).
“CART tiene un trabajo muy grande que hacer con poco tiempo que perder. Debe encontrar un acuerdo entre los Estados sobre las medidas necesarias para controlar COVID-19 a medida que se reinicia la aviación. Y debe generar confianza entre los Gobiernos de que las fronteras se pueden abrir a los viajeros”, dice Alexandre de Juniac, director general y CEO de IATA.
Con aperturas graduales de los mercados, comenzando en aquellos lugares donde la situación “más grave” se considera como algo pasado, la recuperación de la aviación vendrá por los mercados domésticos, siendo más favorecidos los países más grandes o con necesidades más evidentes de viajes aéreos sea por demanda, polos de desarrollo o geografía, seguido de los vuelos internacionales. La recuperación en esos casos podría llegar a fin de año y en el transcurso 2021, determinados por viajes corporativos e individuales. Los niveles de 2019 para vuelos de larga distancia (internacionales, principalmente) se darían hacia 2024.
“Los impactos de la crisis en los viajes de larga distancia serán mucho más severos y de mayor duración de lo que se espera en los mercados nacionales. Esto hace que los estándares de bioseguridad globalmente acordados e implementados para el proceso de viaje sean aún más críticos. Tenemos una pequeña ventana para evitar las consecuencias de medidas unilaterales no coordinadas que marcaron el período posterior al 9-11. Debemos actuar rápido”, puntualiza de Juniac.
La disponibilidad de una vacuna o tratamiento efectivo para COVID-19 es fundamental para superar la crisis a corto plazo. Sin embargo, en lo escenarios médicos más auspiciosos esa realidad no estaría disponible hasta 2021 con una disponibilidad masiva a escala global. Mientras tanto se debe avanzar bajo un escenario de “nueva normalidad”, en caso contrario el debate entre salud y economía será mayor por las mayores consecuencias que implica la paralización de los países.
Una demora en la recuperación de la demanda perjudica aún más los pronósticos adversos de las líneas aéreas, pero también tienen consecuencias graves para los aeropuertos, los servicios subconcesionados que allí funcionan, las pequeñas y medianas empresas (PYMES) en aviación como en otras industrias, la formación de tripulaciones y personal aeronáutico, entre otros aspectos.
Fotografía portada - Santiago Díaz