Aunque por años operan bajo un mismo grupo, Aerolíneas Argentinas y Austral mantienen estructuras separadas generando una duplicidad interna y pérdidas de eficiencias. En un nuevo intento por reducir los costos ante la presión que impone la crisis del COVID-19, el gobierno argentino busca la fusión de las estructuras de las dos compañías. La medida genera esperanzas por las sinergias que se pueden conseguir, pero anticipa conflictos políticos por la acción de los gremios aeronáuticos.
“La duplicación de estructuras en este contexto no tienen razón de ser”, dice Pablo Ceriani, CEO de Aerolíneas Argentinas. La medida busca generar una política de ahorro en el sector que, de materializarse en su forma original, podría marcar un punto de inflexión en la historia de la compañía y anotaría al gobierno del Presidente Alberto Fernández con un triunfo político evidente sobre los sindicatos que por años han impedido mayores integraciones.
La fusión considera que Aerolíneas Argentinas absorba Austral asumiendo todos los derechos y obligaciones, además de la eliminación de marca de la segunda. Se estima que el proceso debiera durar un año. Uno de los objetivos es lograr una mayor eficiencia operativa que debe contribuir en el ordenamiento de las finanzas y propiciar una base para funcionar en un esquema mucho más competitivo y desafiante. La estimación es la generación de sinergias por US$100 millones.
El principal desafío es la integración del personal de ambas compañías respetando los escalafones o seniorities de las tripulaciones y personal aeronáutico. Es uno de los puntos que puede generar conflicto entre los sindicatos. La Asociación de Personal Técnico Aeronáutico (APTA) y la Asociación Argentina de Aeronavegantes (AAA) parecen haber alineado posiciones en los últimos años y no evidencian mayores inconvenientes, algo que también podría apreciarse en la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA).
Caso contrario es el gremio Unión de Aviadores de Líneas Aéreas (UALA) que agrupa a los pilotos de Austral. En la política gremial es el rival directo de APLA, reflejo directo de la duplicidad que existe entre Aerolíneas Argentinas y Austral. El sindicato califica al Gobierno y a la dirección de la empresa de tomar decisiones unilaterales e “inconsultas” en una acción que recuerda la incursión más allá del gremio en roles que no son de su competencia.
“La crisis mundial provocada por el COVID 19 ha impactado de lleno en la industria aerocomercial y no sabemos cuánto durará esta situación. Todo indica que aún quedan varios meses críticos por delante, meses sin ingresos, ni operaciones regulares; lo que significa un tremendo impacto para nuestra industria y la economía en general”, señala Ceriani. "Sin ingresos, y reitero, no sabemos por cuánto tiempo, muchas aerolíneas en la región y en el mundo desaparecerán”.
Fiel al modelo argentino, las palabras del CEO de Aerolíneas Argentinas, resaltan el rol del Estado como sostenedor de la empresa y de todos los sectores productivos. “El esfuerzo que el Estado Nacional realiza para sostener la compañía está al borde de ser imposible. Ese esfuerzo es el de toda la sociedad y, ahora, esa sociedad demanda con urgencia la ayuda estatal para sobrevivir ante esta pandemia que azota a la humanidad”, menciona.
Si bien hay mención a los altos costos que impone la crisis del COVID-19 en la industria aérea, los delicados estados financieros no es una novedad en el universo de Aerolíneas Argentinas con un arrastre de décadas de pérdidas que ninguna administración pública o privada ha conseguido solucionar. En el último año, Aerolíneas Argentinas y Austral pierden US$680 millones. Para este año las pérdidas serán significativamente mayores con la crisis asociada a la pandemia, las restricciones de viaje y confinamiento decretadas unilateralmente por los Gobiernos, la realización de vuelos especiales de repatriación y ayuda humanitaria, además de la imposibilidad de tener nuevos ingresos, especialmente con la prohibición de vender pasajes aéreos hasta septiembre según lo decretado por la administración de Alberto Fernández.
Para el ministro de Transportes de la Nación Argentina, Mario Meoni, la crisis obliga a cambiar las prioridades. “La pandemia está llevando al mercado aerocomercial a una de las peores crisis de su historia. Por eso, junto a Aerolíneas Argentinas, seguimos tomando decisiones para hacerla más eficiente, permitiendo un importante ahorro anual a los argentinos volviéndola sustentable”.
En su alerta de movilización e intensión de conflicto, UALA califica de “falaces” e “incomprobables” los argumentos de ahorro del Gobierno y de la dirección de la empresa. Agrega que que la actual conducción del grupo aéreo “no hace otra cosa que pretender sacrificar una matriz capitalizada y con propio potencial de mercado”.
Austral sólo posee estructura operativa, es decir aviones y personal técnico-aeronáutico (pilotos, tripulaciones y mantenimiento). Toda la estructura comercial, legal y direccional pertenece a Aerolíneas Argentinas, empresa que también paga los aviones utilizados. Por consiguiente, lo expresado por UALA representa sólo es un “anhelo gremial” y no es un reflejo de la realidad. Como ejemplo, basta recordar la idea venta de Austral que intenta el Grupo Marsans en la segunda etapa de su gestión en Aerolíneas Argentinas y que tras comprobar su realidad no sale a la luz pública.
La fusión de estructuras de Aerolíneas Argentinas y Austral no es nueva. Desde la década de 1990, las gestiones de Iberia, Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), American Airlines y Grupo Marsans, buscan fusionar sin éxito ambas empresas. Por lo mismo, se enfatiza que, de alcanzar el objetivo, la administración actual anotaría un triunfo político y empresarial positivo.
Junto con anunciar la intención de integrar a ambas firmas, la gestión de Aerolíneas Argentinas manifiesta el impulso de nuevas unidades de negocio como es el mantenimiento aeronáutico y de carga atendiendo la coyuntura actual.
Fotografía de Portada - Alfredo Vera