Como consecuencia de la alta incertidumbre que impone el COVID-19 a los países y en especial al transporte aéreo cuyas consecuencias amenazan su continuidad, distintos ejecutivos y representantes de la industria aérea consideran que el sector demorará entre 18 a 36 meses en volver a los niveles 2019. Pese a las diferencias en el tiempo de recuperación, distintas personalidades concuerdan en la confianza del repunte del sector, aunque para ello urge un mayor involucramiento de los Gobiernos con la necesidad de un enfoque más unificado.
Nick Careen, vicepresidente Senior de Seguridad y Carga de Pasajeros de Aeropuertos de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), dice que la pandemia del COVID-19 “no tiene paralelo en la memoria reciente”. Debatiendo en un evento on-line desarrollado por Inmarsat Aviation y Airline Passengers Experience Association (APEX), asegura que la industria de las líneas aéreas “sabrá lidiar con la crisis” como lo ha hecho en las otras situaciones adversas.
Similar posición es la de Christoph Mueller, director Ejecutivo de Innovación Digital en Emirates. Desde su perspectiva, expresa que su confianza en que las aerolíneas saldrán de la crisis “con una fuerza nueva y recuperada”.
Según una encuesta interactiva, el 43% de los participantes considera que la industria aérea demorará entre 18 a 36 meses en volver a los niveles de 2019. Considerando la diversificación de los participantes se infiere una cierta representación del contexto global, es decir, tomando las diferentes realidades de los países incluyendo aquellos que intentan retomar una cierta normalidad después de enfrentar los episodios más críticos de la pandemia como son los de Asia y Europa.
Pese a las diferencias de opinión, un 44% dice que la industria aérea no estaba preparada para enfrentar una crisis como la que impone el COVID-19. Otras opiniones relevantes consideran que el 87% esperan ver una limpieza más profunda a bordo de los aviones, un 86% consideran que los equipos de protección personal (EPP) será un estándar a corto plazo hasta que no se encuentre alguna solución o tratamiento médico y un 80% consideran que los escáneres térmicos formarán parte de la realidad del viajero.
Considerando factores como la detención del tráfico aéreo, impacto global y puntos de inflexión en los procedimientos, la crisis del 11 de septiembre de 2001 es el escenario más comparable, pese a que las dimensiones son distintas. Las otras epidemias como el SARS, MERS-COV, AH1N1, no tienen un impacto global, sólo consecuencias locales o regional sin representar cambios significativos a la industria.
En ese contexto, se interpreta la implementación nuevos modelos de negocios, inversiones permanentes, alianzas y consolidaciones, acciones pro-eficiencia y sostenibilidad han ayudado a la industria aérea a estar más preparada frente a una amenaza global sea de seguridad como de salud. Sin lecciones aprendidas y medidas adoptadas el escenario de hoy sería de un colapso significativamente mayor al presentado. El 44% de encuestados que dice que la industria “estaba mal preparada” para el COVID-19 se puede inferir al impacto inmediato y a la alta incertidumbre que existe.
Un consenso que cobra relevancia es la falta de un enfoque global para enfrentar la crisis del COVID-19 y que el rol de los Gobiernos puede ser superior al que algunos manifiestan. Un 36% declara que el aparato estatal “ha ayudado a la industria a navegar la pandemia”, pero podrían haber hecho más. En ese punto, se considera como fundamental la necesidad de contar con medidas de ayuda, especialmente por ser los Estados juez y parte del sistema aeronáutico al participar de actividades, establecer normas, ser recaudador de impuestos, fiscalizar y en algunos casos determinar directrices.
Dependiendo de cada realidad de los países, los Gobiernos tienen distintos mecanismos para ayudar al transporte aéreo como ayudas financieras directas, préstamos, garantías de préstamos y descuentos y/o prórrogas en cargos aeronáuticos e impuestos. Considerando la multiplicidad de actores, es fundamental que cualquier tipo de asistencia se debe guiar bajo los principios de igualdad y de no discriminación.
En la superación de la emergencia a todo nivel, impera la urgencia de contar con un esfuerzo unificado para todos los ámbitos. Como todas las crisis, hay concordancia de que existen o puede haber oportunidades para optimizar procesos y objetivos pre-fijados como es el de la sostenibilidad.
“Todo el ecosistema necesita trabajar junto en esto”, sentencia Anko van Der Werff, CEO de Avianca Holdings S.A. Su opinión la comparte Paul Stein, director técnico de Rolls Royce al mencionar que el sector necesita de una coalición donde todos estén dispuestos haciendo un llamado a las líneas aéreas, fabricantes, proveedores, además de los Gobiernos. “El impacto de las iniciativas de una sola nación ha sido limitado”.
En un escenario de cooperación, existen oportunidades de mejoras para una mejor relación entre industria aérea y los Gobiernos en lo que respecta a compartir datos e información. De esta manera, se mejora la capacidad de análisis y favorece una mayor colaboración permitiendo, por ejemplo, anticiparse a escenarios futuros y hacer más eficientes procesos claves de los viajes como controles en los aeropuertos, vigilancia de fronteras u otros.
Pese a la situación de paralización e incertidumbre que se percibe en la actualidad, los líderes de la industria confían en que la pandemia no detendrá el progreso en la industria ni en la agenda sostenible. “El mundo posterior a COVID-19 va a ser uno que reconocerá la fragilidad del planeta. La sostenibilidad no solo volverá al punto en que se encontraba antes de COVID: será un tema aún más fuerte”, dice Stein.
Dentro de lo negativo que impone la crisis del COVID-19, pareciera haber una visión optimista de recuperación y posterior crecimiento. Rupert Pearce, CEO de Inmarsat, expresa que la pandemia no ha frenado la cuarta revolución industrial. “Creo que la digitalización se encuentra en el corazón de nuestra capacidad para sobrevivir primero a esta crisis, y luego para impulsar nuestra capacidad de recuperarse y comenzar a prosperar en cualquier nueva realidad que se nos presente”.
En el escenario de recuperación se visualizan diversos factores catalizadores. A los mencionados como la necesidad de viajar, la participación de nuevas generaciones, se agregan las proyecciones de la industria que establecen que la recuperación estará liderada por los vuelos domésticos y los segmentos corporativos. Por consiguiente, los mercados más favorecidos o que podrán generar un “escenario de compensación” serán aquellos que dispongan de los dos elementos mencionados.
Para Philip Balaam, presidente de Inmarsat Aviation, la recuperación no será igualitaria para todos. Con el fin de garantizar la resiliencia a largo plazo, considera que no habrá un enfoque único para todos, por lo que la aviación continuará con su estrategia de personalización como mecanismo de diferenciación. “Seguirá siendo importante que las aerolíneas puedan diferenciarse para los clientes”, expresa.
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