Delta retirará sus MD88 en julio y podría adquirir nuevos B737 MAX

Como parte de las nuevas medidas para enfrentar la crisis, Delta acelera su programa de retiro de aviones más antiguos y menos eficientes. A la desprogramación gradual de varios Boeing 757-200/-300 y B767-300ER (principalmente), se suma la salida de todos los McDonnell Douglas MD88 y MD90 para julio y diciembre, respectivamente.

“Todo lo que estaba programado para retirarse en los próximos cinco años tiene un camino acelerado hacia la jubilación”, dice Ed Bastian, CEO de Delta. En sus afirmaciones, infiere los retiros de todas las aeronaves mencionadas en un periodo que podría extenderse no más de seis meses, ya que no existe la necesidad de sumar capacidad al menos en el corto tiempo. Las proyecciones más recientes de la industria aérea establecen que la recuperación podría darse hacia fines del primer trimestre 2021 o hacia 2022 para alcanzar los niveles de marzo 2019.

Delta es un operador histórico de la familia MD80 y MD90 llegando a operar hasta 165 y 78 aviones, respectivamente. A fecha de hoy, dispone 26 MD88 de los cuales sólo 18 están en servicio, principalmente por el centro-oriental del país en las pocas frecuencias que opera. Los MD90 complementa dicha operación.

Antes de la crisis, los retiros de los MD88 y MD90 iban a ser compensados por los B717 y posteriormente los 75 Airbus A220 que Delta está incorporando. Bajo el nuevo escenario, es altamente probable que el reemplazo de todos estos aviones llegue en un periodo posterior considerando la posibilidad de aplazamientos de las entregas. Si bien Delta indica que hasta el momento no hay confirmación de otro retiro, si mantiene abierta la opción a incluir otros modelos más antiguos y menos eficientes.

En ese contexto, los B717 pueden estar incluidos, especialmente tras conocerse en los pasados días de conversaciones entre Delta y Boeing para cambiar la totalidad de estos aparatos por nuevos B737 MAX (sin especificar modelo). La línea aérea con base en Atlanta posee 91 B717 activos de los cuales 46 siguen operando durante el periodo de contracción por la situación del COVID-19. Estos aviones están adquiridos en régimen de arriendo de Boeing.

De concretarse el acuerdo, Delta dará un paso importante en la modernización y estandarización de su flota para los próximos años considerando que ya posee B737-700/-800/-900ER. En ese sentido, abre oportunidades en lo que respecta a reemplazo de material y crecimiento en el mediano plazo en el segmento de 150 a 220 asientos dependiendo de los modelos, es decir, atendiendo la capacidad de los MD88, B737 Next Generation y B757.

Para el fabricante estadounidense, brinda la opción de compensar en forma rápida las cancelaciones recibidas por 150 B737 MAX encargadas por distintas empresas y operadores. En el reporte de marzo, el número es calificado “el mayor” en décadas. La anulación de estos contratos se puede atribuir a la reducción de capacidad que las líneas aéreas buscarán realizar en los próximos meses como a las consecuencias derivadas de la paralización del programa a la espera de su nueva certificación.

Delta se encuentra en un proceso de ajuste en todos sus negocios con el fin de asegurar la continuidad y sostenibilidad de la compañía. Al perseguir ese objetivo, la incorporación de nuevas aeronaves altamente eficientes desempeña un rol importante, pese al desembolso inicial que puede significar. Por lo mismo, la búsqueda de fórmulas alternativas representa opciones que no deben ser descartadas. En el primer semestre 2020 (1Q2020), la compañía registra pérdidas por US$534 millones y para el 2Q2020 espera una reducción de ingresos del 90% respecto al mismo periodo de 2019.

Fotografía portada – Simón Blaise

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