El severo daño que impone las restricciones aéreas colocadas por los Gobiernos y la drástica caída de la demanda de viajes, ambas por provocadas por la pandemia del COVID-19, continúan afectando las finanzas de las líneas aéreas y con ello, la continuidad de fuentes de empleo y conectividad en los países. La situación es grave y se agudiza el escenario más reciente de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) que para 2020 pronostica una disminución de US$252 mil millones en ingresos de pasajeros respecto a 2019.
Según la Asociación que representa a las compañías aéreas que movilizan al 82% del tráfico de pasajeros en el mundo, las reservas de liquidez podrían caer en alrededor US$61 mil millones durante el segundo trimestre lo que representa pérdidas netas por US$39 mil millones al 30 de junio. El escenario es adverso si se comienza a considerar las pérdidas del sector durante febrero, mes en el cual se comienza a manifestar la crisis con las suspensiones de vuelos hacia y desde China.
Para este año IATA considera que la demanda actual está cayendo un 38%. En el segundo trimestre, producto de las mayores restricciones de viajes, cierre unilateral de las fronteras y suspensión masiva de operaciones, se estima que la caída en la demanda llegará al 71%, algo nunca antes visto. Las cifras porcentuales consideran un escenario de tres meses de restricciones severas a los viajes aéreos seguido de una recuperación gradual de la economía.
“Cuando las fronteras están cerradas y la movilidad de las personas está limitada por los Gobiernos, nuestro negocio desaparece”, sentencia Alexandre De Juniac, director general y CEO de IATA. “Por supuesto, si no podemos mover a las personas, ese impacto se siente en toda la economía, y no menos importante en el sector turístico”.
De Juniac enfatiza en que la acción preventiva que vienen realizando las líneas aéreas en reducción de costos no será suficiente y es imposible de atender una crisis cuando esta se presenta de manera imprevista y con un impacto global casi uniforme. “Cuando el 70% de tu negocio desaparece de la noche a la mañana, no hay medidas de reducción de costos que pueda compensar el vacío adecuadamente”.
Brian Pearce, jefe Económico de IATA, explica que una línea aérea promedio tenía a comienzos de año una liquidez para dos meses. La estimación puede variar dependiendo de cada compañía y de la región, además de los respectivos escenarios imperantes. Las que gozan de una perspectiva “algo mejor”, pero no por ello menos auspiciosas son las del Medio Oriente y Asia Pacífico. En América Latina, la industria aérea considera una liquidez inferior a un mes para algunas compañías hasta un máximo de siete meses en las líneas aéreas más fuertes.
La falta de liquidez responde, en primer lugar, a una contracción de ingresos en un 68%, favorecido por el transporte de cargo, ya que en caso contrario la reducción sería de 71%. En segundo término, está el descenso en los costos variables que caen un 70% por la reducción de la oferta (ASK) y compensado por la baja en el precio del combustible, aunque IATA advierte que dicho beneficio se recortará en un 31%. Y principalmente, los costos fijos y semifijos que ascienden a más de la mitad del total de costos de las empresas aéreas.
A lo anterior, se agregan los reembolsos de los pasajes aéreos que están produciendo las cancelaciones masivas. La utilización de US$35 mil millones en este ámbito genera una grave crisis de liquidez que, de acuerdo con datos de IATA, castiga a las cajas de las compañías aéreas por US$61 mil millones.
Considerando una recuperación a corto-mediano plazo de la actividad aérea, las aerolíneas están intentando reducir los costes al máximo, tratando de conservar los empleos y la capacidad. Sin embargo, estos cambios en los ingresos y en los costos producen una pérdida neta estimada de US$39 mil millones de dólares para el segundo trimestre, exponen desde Ginebra.
Frente a este panorama extremadamente adverso que amenaza empleos, economía conectividad, turismo, integración de comunidades y países, además de desarrollo social, resalta el rol colaborativo que muestran algunos Gobiernos en el mundo. “Es una buena noticia cuando vienen a la mesa con medidas de socorro”, resaltan.
Tomando como ejemplo, el mayor rescate a la industria realizado por la administración del Presidente Donald Trump por US$50 mil millones para que las aerolíneas estadounidenses paguen los sueldos de sus trabajadores y obtengan créditos, además de otorgar montos adicionales de ayuda a proveedores y aeropuertos, IATA resalta la voluntad y compromiso manifestado por Gobiernos de Australia, China, Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda, Noruega, Suecia y Singapur, además de recientes apoyo de Canadá y los Países Bajos. En Sudamérica, valora también las decisiones de Brasil y ahora, también de Colombia.
“Canadá, Colombia y los Países Bajos están contribuyendo a la estabilidad del sector permitiendo a las aerolíneas ofrecer vales en lugar de reembolsos, una medida vital que permite que el sector del transporte aéreo pueda seguir transportando mercancías —tan importante en estos momentos— y estar en condiciones de seguir proporcionando la conectividad de la que dependen los viajeros y las economías y que será determinante en la fase de recuperación”, añade De Juniac. “Estos Gobiernos han tomado una medida extraordinaria en circunstancias extraordinarias”.
IATA advierte que, si las líneas aéreas no están listas, la recuperación de la economía será más lenta y por lo tanto más dolorosa para otras industrias ligadas al comercio y al turismo con sus impactos en los empleos y las finanzas familiares. A lo anterior, se suma que una afección a la cadena de abastecimiento producida por menor oferta aérea representará alzas en los precios de bienes y servicios. En Chile, la caída de los ingresos en 40% de las compañías aéreas en comparación con 2019 pone en riesgo a 11.474 puestos de trabajo directos, cifra que se eleva a 47.219 considerando las fuentes de trabajo indirectas.