La pandemia del COVID-19 y su rápido avance a nivel global está drásticamente impactando la industria de los viajes y, por consiguiente, a las líneas aéreas y a toda la cadena asociada. Hasta la semana pasada, la industria hablaba de un impacto de US$113 mil millones en los ingresos en el escenario más negativo dado a conocer por la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), pero ante los recortes de capacidad nunca antes vistos, la paralización de aerolíneas y el cierre unilateral de fronteras por parte de los Gobiernos, el diagnóstico es único: la posibilidad real de tener una quiebra generalizada del sector.
Pese a los esfuerzos por demostrar las buenas prácticas con medidas adicionales de higiene en aviones y aeropuertos para garantizar la seguridad y salud pública, el temor al contagio, las restricciones de movilidad entre países y las cuarentenas obligatorias, están provocando una drástica caída en la demanda. En la industria coinciden de que lo peor aún está por venir, especialmente cuando el virus se extienda por distintas zonas del planeta y sea difícil solventar cada situación particular.
La mayoría de las líneas aéreas están viendo graves afecciones. American Airlines, por ejemplo, ya proyecta una reducción de capacidad (ASK) en 75% en los vuelos internacionales, Delta un 40% en toda su red, al igual que United con un recorte del 50%. En Europa, Air France – KLM Group prevé disminuir progresivamente su actividad hasta recortar entre un 70%-90%, cifra similar a las adoptadas por IAG y Lufthansa Group. Ryanair o easyJet estudian una paralización, tal como ya lo hacen Air Baltic o Austrian. Las líneas aéreas de Asia y el Pacífico fueron las primeras enfrentan crisis, pero que ahora ante la expansión global, ven reducidas sus posibilidades de diversificación obligándolas adoptar medidas más drásticas.
La crisis es global. A pesar de su lejanía geográfica de los grandes focos de contagio, América Latina recién comienza el impacto inicial de la pandemia. Inicialmente, LATAM considerada una contracción de ASK de 30% sólo mercados internacionales, pero con el cambio de escenario, decide revisar sus proyecciones estableciendo un recorte general de ASK del 70%, que incluye un menos 90% de vuelos internacionales y 40% doméstico. Aeroméxico y Avianca consideran una contracción del 40%, mientras que GOL anuncia la desaparición de su red internacional (95%) y cancelación del 60% de vuelos domésticos, y Azul que cancela el 50% de sus vuelos, además de anticipar el cierre de bases en ciudades brasileras.
“El 05 de marzo estimamos que los ingresos de la industria podrían tener un impacto de hasta US$113 mil millones como resultado de lo que pensamos que sería el peor de los casos. No podíamos haber previsto los desarrollos de los últimos días con restricciones masivas sobre los viajes y sin una comprensión clara de cuánto tiempo permanecerán vigentes”, dice IATA, durante la explicación dada por Bryan Pierce, jefe Económico de la Asociación.
Ante lo observado en los últimos días, son tres elementos comunes que aparecen a nivel global en el manejo de esta crisis: incertidumbre en lo que respecta a la prolongación en el tiempo; la falta de un enfoque global ante la crisis; y la necesidad de cooperación gubernamental para mitigar el impacto.
La incertidumbre hacia el futuro más inmediato es lo que está complicando a la crisis y a todos en general. Si bien hay coincidencia de que la situación más extrema se manifestará en las próximas dos semanas, nadie se atreve a predecir cuándo la situación podrá detenerse y menos cuando repuntar, especialmente el mundo funciona con multiplicidad de actores, liderazgos –o ausencia de- y constantes amenazas.
La crítica de IATA a las decisiones unilaterales de Gobiernos al cierre de fronteras –como ocurre ante la decisión de los Estados Unidos respecto a Europa-, la falta de decisiones estandarizadas a nivel global, muestran la falta de un enfoque global ante la crisis. Prácticamente, cada país toma las medidas que estime conveniente sin escatimar esfuerzos de que si las decisiones pueden ser perjudiciales a nivel local, regional o continental. En aquellos que están afectados por crisis de la autoridad, la situación es más compleja por ser grupos locales los que imponen medidas o recomendaciones que generan confusiones. En ese sentido, toma relevancia lo nacional frente a lo global, rompiendo el enfoque multilateral con el cual el sistema internacional venía funcionando.
Con una crisis tan generalizada, es una realidad que muchas compañías aéreas desaparecerán. Esto impactará en la conectividad de los países, en las proyecciones de crecimiento y en muchos puestos de trabajo que quedarán suprimidos en distintas áreas. En relación a los precios, sin duda es posible anticipar que se elevarán limitando los viajes aéreos a sectores menos favorecidos.
Por la magnitud, la ayuda que la industria aérea pide a los Gobiernos es necesaria. La Asociación que representa a 290 líneas aéreas responsables del 82% del tráfico mundial sugiere tres medidas para trabajar en conjunto y evitar lo que llaman una calamidad:
- Apoyo directo para compensar los ingresos reducidos ante las restricciones impuestas por los Gobiernos.
- Facilitar préstamos, extensión de garantías y medidas de mercado de apoyo por parte de los países a través de los Gobiernos o los Bancos Centrales de cada país, ya sea directamente a las líneas aéreas o a bancos comerciales.
- Reembolsos y/o suspensión de los impuestos con una revisión continúa durante 2020.
“No existe una solución única para todos. Nos comunicaremos con los Gobiernos de todo el mundo para alertarlos sobre la grave situación de la industria y hacer que se muevan en las circunstancias de su país. El tiempo es la esencia. Los Gobiernos no pueden adoptar un enfoque de esperar y ver. Hemos visto cuán dramáticamente la situación se ha deteriorado globalmente en muy poco tiempo. Deben actuar ahora y con decisión”, resalta IATA indicando que se requerirán entre US$150 mil a US$200 mil millones para sobrevivir a la crisis.
La ayuda de los Gobiernos no es un rescate a empresas, sino que es un salvavidas para la economía global. Las autoridades tienen dos formas de enfrentar esta problemática. Una de cooperación y futuro, en la que entienden el valor del transporte aéreo como herramienta fundamental para el funcionamiento económico, la conectividad e integración de la población, de los territorios, además de movilizar las mercancías y apoyar a otros sectores productivos claves de cada país. La otra es una mirada simple, miope, cortoplacista -y hasta ignorante-, que sólo considera a la aviación como un bien suntuoso desde donde sólo es posible recaudar recursos para las arcas fiscales.
Si las autoridades optan por la segunda forma, deben asumir la responsabilidad de tener el cierre de compañías, menos rutas y frecuencias, menos competencia y la pérdida de varios puestos de trabajos, no sólo en la industria aérea sino distintos sectores productivos del país. En cuanto a precios, sin duda es de esperar un aumento de las tarifas y con ello un retroceso en democratización de la aviación.
A fecha de hoy, la industria valora las acciones incipientes que se toman en Europa y en otros países al eliminar el uso de slots en aeropuertos facilitando el manejo de la capacidad o el apoyo responsable que los Gobiernos de Francia y de los Países Bajos han manifestado para ayudar a las líneas aéreas. Durante los últimos días, Star Alliance, oneworld y SkyTeam también se suman a las peticiones solicitando apoyo financiero en distinto ámbito como, por ejemplo, revisar el cobro de las tasas aeronáuticas y aeroportuarias y llamar a las autoridades a trabajar en conjunto.
La coordinación entre los Gobiernos y la industria de la aviación será fundamental para salir de la crisis en los próximos meses. Tomando en cuenta los impactos que se visualizan a escala global, urge tomar las medidas adecuadas lo antes posible para reducir las consecuencias negativas. Por lo mismo, se considera que el mundo tiene la oportunidad para avanzar hacia un transporte aéreo armónico en una verdadera alianza público-privada que de sostenibilidad, competencia y satisfacción a las necesidades económicas y sociales de los países.