El crecimiento económico que Chile ha tenido en los últimos años ha sido significativo, propiciando el surgimiento de nuevos emprendimientos en distintos sectores. La aviación ha sido testigo y parte de ello y en la última década ha experimentando un crecimiento sin igual, según se ha podido comprobar cada mes a través de los reportes de la Junta Aeronáutica Civil. Paralelo a ello, la bonanza económica de nuestro país está propiciando el desarrollo de nuevos sectores como la aviación corporativa, segmento que ha pasado a convertirse en un actor relevante en nuestro país. Hace 20 años sólo una pequeña empresa (Aerocardal) comenzó a incursionar en este segmento, hoy ya son tres de su tipo que están basadas en el aeropuerto de Santiago.
Por su trayectoria, Aerocardal es la compañía de mayor tamaño y la líder de los vuelos corporativo. Con una amplia flota conformada por 1 Gulsftream 150, 2 Cessna Citation II, 2 Dornier 228, 1 Piper Cheyenne, 1 Piper Navajo, 1 Cessna 421, 1 Cirrus SR22, y los dos helicóptero (1 EC-135 y 2 BO-105), atiende vuelos de empresas mineras, viajes corporativos, evacuación aeromédica y ambulancia, vuelos turísticos y chárter, servicios que se suman a los de un FBO atendiendo a la mayoría de los vuelos privados que arriban a Santiago.
Con el fin de continuar por la senda de crecimiento y expandir el negocio Aerocardal sumó hace algunos días un nuevo avión a su flota: Se trata de un Dornier 328 turbohélice, la más reciente versión de este turbohélice fabricado por el consorcio Fairchild Dornier a mediados de los años noventa. Se trata del primer avión en su tipo que opera en Chile y permitirá a la compañía incrementar su capacidad y negocios. El avión es un ex Air Alps y arribó a Santiago hace unos días donde en el hangar de mantenimiento de la empresa recibió su imagen corporativa, además de su certificación (otorgada por la DGAC) y registro como CC-ACG. El Dornier 328 comenzó sus operaciones hace unos días cubriendo parte de los vuelos que Aerocardal realiza todos los días complementando las operaciones de los otros dos Dornier 228.
La adquisición de esta aeronave supuso una inversión aproximada de US$ 3 millones y supondrá el incremento de la capacidad de Aerocardal en alrededor 15%. Está destinado a aumentar la flota de la empresa a través de un material moderno, por lo que no se sustituirá ninguno de los otros dos Dornier 228 que operan.
En su aspecto técnico, el Dornier 328 es un turbohélice que puede operar en pistas cortas de 1.400 metros de largo, así como aquellas de altura o de altas temperaturas, como en las localidades mineras del norte de Chile. Está habilitado para realizar aproximaciones con un gran ángulo además de realizar aproximaciones con un gran ángulo, permitiendo operar en aeródromos con dificultades topográficas. Cuenta con una autonomía de cuatro horas y una velocidad de crucero de 320 Knts. En el cockpit, el Dornier 328 incorpora la más moderna tecnología con pantallas y sistemas digitales, incluyendo FMS, los cuales permiten incrementar la seguridad del vuelo, permitiendo su operación en condiciones adversas, favoreciendo la confiabilidad, seguridad y regularidad de los servicios.
El avión incorpora además un diseño alar innovador que incrementa la sustentación favoreciendo por ejemplo las aproximaciones a baja velocidad y en pistas cortas; en sus puntas cada ala posee terminaciones estilo “wingtips”, similar a las usadas usados en los modernos aviones comerciales, aspecto que permite reducir la formación de vórtices y con ello la resistencia disminuyendo el consumo de combustible y de las emisiones, favoreciendo en su conjunto a la eficiencia de la operación. Sus altas prestaciones y velocidad de crucero, permiten que esta aeronave opere en espacios aéreos congestionados sin afectar al resto de las aeronaves.
La incorporación realizada y la expansión que ha tenido Aerocardal en el último tiempo evidencian el crecimiento que está teniendo la aviación corporativa en Chile, la cual desempeña un rol fundamental y complementario a la aviación comercial. El aeropuerto de Santiago ha sido testigo de ello y es posible ver el mayor número de empresas y representaciones instaladas en sus dependencias. El aumento de la aviación corporativa en Arturo Merino Benítez responde en gran parte a la falta de un aeródromo adecuado para el sector, una tarea pendiente de Chile, tras el cierre político del aeropuerto Los Cerrillos durante los gobiernos anteriores.
Fotografía portada - Ricardo J. Delpiano